El sonido es muy probablemente, uno de los influjos sensoriales más potentes a los que el ser humano puede acceder.Dicha unidad afectiva no sólo es el pilar de algunas de nuestras formas de comunicación más primarias, sino que también se trata del componente por excelencia al momento de entretejer atmósferas plenamente afiladas las cuales son capaces de devenir en notables estados mentales y afectivos. Berberian Sound Studio (2012), cinta dirigida por Peter Strickland, destaca como uno de los referentes contemporáneos más intensos con respecto a dicha posibilidad.
Instalada de lleno en los ambientes fílmicos que son característicos del giallo italiano producido en los setenta, esta cinta narra la historia de Gilderoy, perturbado ingeniero de sonido quien es interpretado por un magistral Toby Jones.
A lo largo de ‘Berberian Sound Studio‘ observamos la transformación de este siniestro pero enternecedor personaje, mismo proceso que nos arroja un importante estamento con respecto a la serie de gamas afectivas que la edición de sonido es capaz de ofrecerle al séptimo arte; todo esto estructurado a partir de una afilada estética en clave de horror que no sólo produce intensas sensaciones de euforia, sino que también despliega una metareflexión sumamente directa con respecto a los procesos tremendamente orgánicos que eran empleados por los sonidistas de antaño al momento de sonorizar una cinta de horror, mismo proceso creativo que raya en lo artesanal.
