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Wye Oak: música y voces para volar donde no exista el horizonte

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Wye Oak: música y voces para volar  donde no exista el horizonte
Ambulante 2024

Es difícil no sentirse golpeado por la cuarentena, el encierro, la presión ante lo que vendrá. Me pregunto cuán jodidos estábamos antes del Covid y no nos dábamos cuenta. Y existe un alto porcentaje de que regresemos a lo mismo de antes -no soy el único que lo piensa-. Leo una entrevista con el gran escritor irlandés John Banville; el periodista español Javier Martínez conversa con el autor de la novela El mar en el restaurante Terra Madre de Dublín y hace que se remonte a la sensación de escribir durante esta temporada: “Cada mañana, cuando empiezo a trabajar, me digo: -No quiero hacer esto-. Hoy, ayer, antes de ayer… Luego, empiezas, escribes, rehaces y al final del día, después de un proceso horrible, puede haber algo”.

TXT::: Juan Carlos Hidalgo

El periodista sugiere que el resultado puede ser seductor, pero el hombre que también tiene en Alfred Black un seudónimo de gran éxito literario responde: “Para usted; no para mí. Todo lo que veo es una derrota, un fracaso. También lo dijo Beckett: fracasa otra vez, fracasa mejor. Es todo lo que podemos hacer”.

por Kendall Atwater

FOT:: Kendall Atwater

La charla remata con un apunte lapidario: “El gran error de mucha gente es ilusionarse con la tecnología como una fuente de cambio en el ser humano. No progresamos. No somos mejores ni peores. Y seremos los mismos hasta que decline el sol. No hemos cambiado desde el jardín del Edén.

Seremos los mismos hasta extinguirnos… miramos todos los días a los ojos del fracaso. ¿Qué hacer entones? Aquí es cuando la música -y el arte en general- se convierte en un bálsamo poderoso para paliar el desconsuelo y la fatalidad. 

Afuera están las cifras pandémicas, los rituales de la violencia desbocados, una vorágine informativa que nos aplasta… pero tenemos la posibilidad de escuchar un disco y que nuestro entorno cambie durante un rato en el que uno se siente eterno. Y ello ya es un enorme mérito para una creación estética.

Jenn Wasner y Andy Stack han hecho de Wye Oak un proyecto muy elástico que parte del indie folk y se extiende hasta pasajes electrónicos. Cuando iniciaron su aventura radicaban en Baltimore, pero su más reciente incursión los ha llevado a trabajar en ese epicentro mundial de la música que es Brooklyn.

Ya con 6 álbumes a cuestas (todos con la enorme discográfica Merge) y muchísimas ganas de seguir explorando nuevos territorios sonoros, Andy explica el rumbo que tomaron: “Hay un sentido de comunidad en crear música con otras personas en el mismo tiempo y espacio, y esto es algo que se nos había escapado en muchos niveles”.

Fue así que Wye Oak montó una versión full band de 5 miembros y con mayor presencia de sintetizadores y cajas de ritmo, con la que estaba girando antes del parón covideano, pero no quedó ahí. El desplazamiento hasta la demarcación neoyorquina fue para trabajar de manera conjunta con una agrupación que representaba todo un reto.

De golpe se encontraron montando piezas en las que tuviera un papel crucial el Brooklyn Youth Chorus, una organización de gran prestigio fundada y dirigida por Dianne Berkun Menaker. A pesar que los integrantes van variando (por cuestiones de edad), el sello y la calidad del coro jamás se pierde y, por el contrario, les ha llevado a ganar un Grammy y colaborar con The National y Bon Iver, entre otros artistas del indie.

Jeen explicó la premisa de sus movimientos: “Llevamos mucho tiempo sabiendo que necesitamos aprender cómo permitir que este proyecto evolucione para que pueda seguir existiendo, porque nuestra asociación con músicos y colaboradores nos importa mucho. Necesitamos encontrar nuevas formas de conseguir que siga pareciendo vivo y nuevo al mismo tiempo. Y esto es parte de esa exploración”.

¿Indie, electrónica, música coral? ¿Cómo hacerlos convivir y brillar? El resultado es un Ep de 5 piezas al que han titulado No horizon y en el que una vez más aparece el tema de la soledad en el medio. A la pareja le parece paradójico que la tecnología acarrea una supuesta enorme conectividad y a la postre las personas se sienten desconectadas y desubicadas.

Se trata de un Ep que ofrece una experiencia sensorial completa en apenas 20 minutos que nos dejan colmados de belleza sonora. La sensación que producen es de elevarnos hasta un plano en el que nos sentimos felices y liberados. 

Acerca de “AEIOU”, el track de apertura y que tiene una base rítmica casi tribal, Jenn abundo a la prensa europea: “Esta canción trata sobre lo inadecuado que puede ser el lenguaje. Fue compuesta cuando aquellos que siguen en el poder pensaron que podían minimizar la existencia de ciertas personas eliminando el uso de las palabras que actualmente usamos para definirlas, como transgénero. El lenguaje es superior a los poderes que intentan controlarlo. Somos mucho más que aquello que puedan sugerir las palabras”.

Para aquellos interesados en los antecedentes de la historia musical, hay que apuntar que ciertas partes de voz solista -a cargo de Jenn- nos remontan hasta la gran Elizabeth Frazer, quien brillara con los Cocteau Twins, y por momentos también aparece ese halo etéreo de la banda clásica del sello 4AD.

“No place” y “Spitting Image” nos mantienen cautivados y aunque “(Cloud)” sea brevísima (poco más de un minuto), el cierre con “Sky Witness” es espectacular. A lo largo de todo el EP de Wye Oak el coro va dosificando sus intervenciones y con cada aparición le pone alas a los temas.

Wye Oak -como es su costumbre- se ha reinventado sin perder personalidad y esa suma de voces de ensueño nos ponen a volar y a pensar simultáneamente, porque como canta Jeen en “Sky Witness”: “When the world is just a concept, everything has hidden meaning”.

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