En reiteradas ocasiones el músico Warren Ellis nos ha dejado ver que es un excéntrico sin remedio que linda con la genialidad; así ocurre cuando toca junto a Nick Cave, donde se muestra virtuoso y salvaje, y también cuando componen juntos para películas, así que un libro con sus memorias no podía ser algo típico.
Resulta que en 1999, Warren Ellis formaba parte del equipo de trabajo del Festival Meltdown y estuvo en el sitio exacto para que la diva histórica Nina Simone le entregara una toalla y un chicle masticado. Para Warren era un raro recuerdo que la música trajo consigo, pero Nick Cave (quien se encarga del prólogo) le hizo ver que dicho objeto tenía una dimensión histórica y valía la pena exhibirlo en una exposición documental.
Entonces, llega un proceso en que una amiga artista realiza varias reproducciones a través del arte de la orfebrería. El asunto se convierte en el centro narrativo El chicle de Nina Simone, que ahora edita la española Alpha Decay.
Pero no es el único objeto que detona la narración; Warren Ellis tiene maletas y maletas conteniendo pequeñas maravillas, como un casete que le dio la artista griega Arleta, junto a una canica de mármol. Así como la historia de uno de los primeros violines que tuvo y perdió; aquí se cuenta como fue que regreso hasta él… con todas sus marcas talladas con navaja. Todo este entorno pareciera pertenecer al universo narrativo del novelista Enrique Vila Matas.
No se trata de una autobiografía al uso y ello hay que destacarlo; por lo que no extraña que alguien como Neil Gaiman haya dicho que él: “Qué libro tan loco y alegre sobre arte, música y obsesión. Me alegro mucho de haberlo leído. Hace que el mundo sea más ligero”.
Al saber de la existencia de este libro, uno no puede esperar para hacerse de un ejemplar; material de culto por donde se le vea.
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