Entrevistas

Walter Lezcano: Escribir en medio de la devastación

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Walter Lezcano: Escribir en medio de la devastación
Ambulante 2024

Este texto fue publicado originalmente en el número 167 de la versión impresa de Revista Marvin. Pedimos una disculpa al autor por el error en su nombre. 

TXT:: Mixar López

“Los felices no escriben/ ¿cómo hacen para soportar la vida?/ No tengo idea/ porque no soy uno de ellos”. Escribe Walter Lezcano en el poema “Las peores vacaciones de la historia”, del libro Violencia doméstica (Santos Locos, 2016), un texto que nos representa a todos los afligidos, los melancólicos; para los que la vida no vale nada si no se escribe. Porque las baldosas también son grafías y hay que caminar sobre ellas a paso fuerte.

A mi parecer, ya lo han hecho Roberto Arlt, David Foster Wallace, Irvine Welsh, Kiko Amat, Guillermo Fadanelli, Felipe Polleri, y obviamente, Walter Lezcano (1979), la piedra escritural del rock argentino. Walter lo ha escrito todo por nosotros en diversos periódicos y revistas; además es editor en Mancha de aceite y docente de literatura.

Entrevisté a Walter Lezcano con cierto miedo, intentando agarrarme de sus hombros, de sus páginas, para seguir siendo, sea lo que sea, a través de la tristeza que coloca en sus textos.

¿De qué manera influyó en Walter Lezcano el paso por la Escuela Industrial doble turno, para convertirse en escritor y después en docente?

Mi paso por la Escuela Industrial lo percibo como mi paso por la cárcel. Se trató de una de las peores etapas de mi vida y fue también una de las que me predispuso para poder leer —absolutamente todo— con una intensidad única que ya nunca más perdí. Creo que en ese sentido, se puede ver como un tiempo donde los libros me dieron una vida nueva y un nivel altísimo de experiencias que me ayudaron para lo que escribí después.

En el caso puntual de la docencia, yo tenía claro que a mis profesores de Literatura durante el secundario no les interesaba para nada. La labor pedagógica (quizás el trabajo político por excelencia) era realizada con desgano, maldad y desprecio. Todas cualidades que tienen que estar por afuera de las aulas. Es frente a esta realidad en la que planeo ser docente para dar Literatura como me hubiera gustado que la compartan conmigo en la adolescencia. De algún modo, quiero que mi futuro modifique mi pasado.

¿Cuáles fueron los libros de tu niñez?

Digamos que fue un caos. Las bibliotecas de los pobres son un guiso muy espeso cargado de lo que pinta en el momento. Leía lo que podía y nunca lo que quería. Así que podían ser historietas, pasando por el horóscopo chino, una novela de Dostoievski, los cuentos de Jorge Asís, autoayuda, los ensayos de Borges o lo que apareciera en casa. Eran épocas donde la inocencia y pureza eran las cualidades de esas lecturas: puro descubrimiento y exploración de un mundo. No discernía la buena de la mala literatura. Con el correr de los almanaques me encargué de solucionar eso.

¿Cómo subsistir ante la cumbia villera de los primeros días?

Lo digo con tristeza: nunca pude encontrarle el gusto y la pasión al género. Tampoco al baile y a ese tipo de alegría. Así que con la cumbia siempre se trató de ignorar su mera existencia con un mecanismo simple pero demoledor: subir el volumen de lo que yo estaba escuchando como para ponerle un límite al mundo real que venía de afuera de mi habitación.

¿Entonces, de dónde provino el rock?

De mis amistades, de mi hermana, de la radio, de algunas de las casas en los barrios en los que viví, de mis mejores compañeros de escuela y de las revistas de rock que compraba —o robaba sin culpa.

¿Cuál fue la semilla del libro La Ruta del Sol (Ed. Gourmet Musical) sobre Él Mató a un policía motorizado?

Descubrir la lírica de Santiago Motorizado significó encontrar un tipo de universo que estaba faltando en el rock argentino. Sus canciones, y los recursos literarios inesperados que utilizaba como compositor, abordaban temáticas conceptuales que escapaban a los lugares comunes de la música popular de ese momento en el que los descubrí. Así que quería ver si esas letras se podían sostener en el papel, con la página en blanco detrás y por afuera de los sonidos.

¿Cuáles son los avances de Mi Próximo Movimiento: Rock antes y después de Cromañón, el documental sobre aquella tragedia del 30 de diciembre de 2004? ¿Cuándo será su lanzamiento?

Este año terminamos el periodo de filmación y luego nos abocamos a la parte más difícil: la edición. El plan es estrenarlo en el 2019. Pero, bueno, los planes también funcionan como empuje y combustible que a veces fallan. Estamos listos para posibles imprevistos. De algún modo, terminar este documental —junto a Golondrina Cine— se volvió una de las grandes aventuras rockeras de mi existencia.

Háblame de Días Distintos: La Fabulosa Trilogía de Fin de Siglo de Andrés Calamaro (Ed. Gourmet Musical).

Es un ensayo donde ingreso a la última gran crisis argentina, la del estallido social del 2001, a través de la trilogía involuntaria de Calamaro: la que conforman Alta suciedad-Honestidad brutal-El salmón. Un periodo de altísimo nivel creativo de Andrés que se estaba llevando a cabo mientras el país atravesaba un periodo devastador a nivel sociopolítico y económico.

Desde esa perspectiva, el fin de siglo funciona como límite y misterio de un momento inolvidable de la humanidad. Es por eso que las canciones de Andrés se convirtieron en el soundtrack perfecto de esa época en donde se ve claramente la vinculación (vital y metafísica, autodestructiva y, a la vez, luminosa) del artista para con su pueblo.

¿Es ‘Luces Calientes’ (Ed. Tusquets) un libro autobiográfico?

Es una carta de amor a mi generación. En el proceso de escrituras utilicé materiales que tuvieron que ver con mi vida real en esos años (fines de los noventa y comienzos de los dos mil), pero también con situaciones laterales que presencié o me contaron. Incluso, metí y utilicé ideas que tuve en esa época y que finalmente abandoné con los años (la adultez es una estafa y un infierno, pero es otro tema). En ese sentido, creo que Luces calientes activa uno de los posibles destinos que no tuve pero que quise explorar hasta las últimas consecuencias.

Finalmente, ¿Gustavo Cerati o Adrián Dárgelos?

Los dos. Sumaría en esa línea estética y hermosa a Federico Moura, Miguel Abuelo y Ale Sergi.

Staff

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