Cada artista debería intentar crear sus propios espacios naturales e folklore; moverse en un espacio fantástico de su propia invención en el que sienta que se expresa a plenitud y va construyendo una personalidad artística auténtica. En ese territorio, su lenguaje es el que vale y los sonidos y silencios que produce reflejan lo que él es en ese preciso momento.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Vicente ha desarrollado una carrera convencido de su relación con la música y la guitarra -su instrumento-; dejó su natal Michoacán para formar Capo e internarse en el indie folk. Años después recibió la estafeta de Alex Otaola -un guitarrista fenomenal- para que ocupara su lugar en San Pascualito Rey; ha permanecido aferrado a su arte, por lo que es natural que ahora se muestre como solista.
“Montañas de magia” es una canción que tira por delante el frenesí que despide de su guitarra y da cuenta de esa alimentación espiritual que le brinda la naturaleza -mucho más si se trata de la geografía michoacana. En ella Jáuregui se propone fundir psicodelia y misticismo desde un pulso energético.
Pronto conoceremos completo Petricor, el que será su álbum debut, arropado con una palabra que describe el olor de la tierra mojada y nos transporta al campo. Así es como Vicente Jáuregui se remonta hasta su infancia y puede incluso bocetar su versión del realismo mágico. Los que lo conocemos, sabemos cuánto se interesa por ese delirante estilo de Omar Rodríguez-López (con o sin The Mars Volta).
Vicente formó parte de Marvin, por lo que no podemos ocultar la emoción de adelantar en exclusiva el video que nos hace viajar a las alturas para acompañar a un creador nómada en busca de que la naturaleza le devele el misterio que tanto tiempo ha anhelado.
La canción tiene a Jorge Aguilar (Technicolor Fabrics) en la batería y Giancarlo Bonfanti (San Pascualito Rey) en los sintetizadores, con lo que se potencia la experiencia de extraviarse entre la exuberancia natural y musical.
Vicente Jáuregui: a medio camino entre Capo y San Pascualito Rey
Foto de portada por Cosette Luna.
