Para Guy Debord y otros miembros del movimiento situacionista (que se dio en Europa desde finales de los cincuenta y hasta lo setenta) una forma ideal de extraer conocimiento era dejarse llevar sin rumbo fijo por las ciudades; a ello le llamaron Deriva y ellos tenían su centro de operaciones en París, pero sin problema puede aplicar a cualquier otro asentamiento (de preferencia de grandes dimensiones).
En este momento de la Pandemia las cosas no están como para tirar del desplazamiento físico ni por los viajes a lugares ignotos; en cambio hay oportunidad de expandir la navegación en la red y explorar ciertas cosas poco conocidas (en el entendido que contar con más tiempo lo permite). Así fue como llegué hasta una banda a la que hasta después de escucharla me enteré que era japonesa.
La puerta de entrada hacia Soha fue el hecho de que decidieran nombrar a su álbum debut como una de las canciones más clásicas de todos los tiempos; “As times goes by” es el himno del azote amoroso de Rick por Ilsa en la maravillosa película Casablanca; la pareja debe separarse (aparece el marido de ella que se pensaba muerto) y el hombre decide rearmar su vida montando un café-bar en la ciudad norafricana que le da título al filme. La melodía va acompañada de la frase célebre: “Play it again, Sam”, pero la verdadera clave para los amantes es la sentencia: “Siempre nos quedará París” -todo se va conectando situacionistamente-.
En el entendido de que en Tokyo existen todos los géneros conocidos y por conocer (de la cumbia al doom metal) no extraña que Shoma Kawazu (batería), Yuta Nakata (guitarra), Takeshi Natsumeda (bajo) y Masayuki Jintani(guitarra) se hayan decantado por el post-rock y el rock matemático. A partir, claro, de una suficiencia instrumental de calidad notable (no cualquiera puede tocar este tipo de música).
No deja de ser simbólico que el primer tema se llame “Another story”, que a diferencia de otros grupos de post-rock que prefieren la lentitud y lo lóbrego, aquí la energía es positiva y la acometida musical es a velocidad. Así que pienso que no es casual que me haya topado con estos tokiotas, ya que al mismo tiempo me entero de que Norweigan Woods –luego conocida como Tokyo Blues-, la célebre novela de Haruki Murakami, fue escogida para festejar los 50 años de su editorial en español, Tusquets. Tokyo apareciendo por doquier.
Y es que Murakami también es un apasionado del jazz; tan es así que trabajó en una tienda de discos para luego abrir el bar de jazz Peter Cat, que funcionó entre 1974 y 1982. Quizá los integrantes de Soha apenas iban naciendo o no lo hacían aún. El caso es que suenan “Pass Over” y “A walk” y entre esas florituras de guitarra -que destacan el disco- y todo el desarrollo instrumental saltan chispazos de jazz en las estructuras a las que recurre el grupo formado en 2015.
A fin de cuentas, los Soha quieren reflejar el paso del tiempo con relación a las estaciones y es por ello que llegaron hasta aquello de As time goes by; aquí no están presentes los fantasmas de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman; hay un énfasis acerca de que existe un mundo real que está esperando por el regreso de las personas. El grupo sintió el encierro pese a que en Japón la cantidad de afectados fue mucho menor que en otras latitudes; de cualquier manera, ellos echaban de menos los espacios abiertos y la naturaleza (aunque se está dando un fuerte rebrote del Covid-19 por allá).
Pero si esa parte de post-rock luminoso destacó a Soha, la verdadera sorpresa viene con la cuarta pieza; en “Chitose” aparece la voz de 4ho, vocalista del grupo Anyo. Las voces en el disco (también participa la cantante de Bamboo) agregan cierto dulzor al sonido y hacen más asequibles las canciones, que eso sí, pierden algo de complejidad. Al final, entregan 6 instrumentales y 5 temas con voz. Ese giro es el que les permite conectar con más gente.
Ya hace tiempo escribí acerca de una banda de post-rock procedente de San Petesburgo, Rusia; Pinkshinyultrablast se han labrado un sitio dentro de esta escena guitarrera y experimental. Celebro ahora que la Deriva que provoca este mundo acuartelado me haya llevado hasta Japón para escuchar como una banda transforma la majestuosidad de su inmenso sol naciente y la convierte en música vibrante.