TXT: Diego Vive
Su nombre es John Michael Osbourne, Ozzy Osbourne para los cuates headbangers, y entre sus apodos está el de “The Madman”, y “The Godfather of Heavy Metal”. Vivimos en una época de culto a la personalidad, y nuestros ídolos lejos de ser personalidades impecables, muchas veces rayan en la megalomanía, ese trastorno mental que padece la persona que se cree socialmente muy importante, poseedora de enormes riquezas y capaz de hacer grandes cosas.
Hay algo en la personalidad de Ozzy que por un lado nos aterra y repulsa, y por el otro nos hace admirarlo, y sorprendernos ante su locura, como si se tratara del vampiro Lestat, o de un ser de otro mundo al que tememos pero que nos sorprende.
En Marvin creemos que al César lo que es del César, y por eso hemos hecho una lista de razones por las que Ozzy es considerado como un verdadero Príncipe de las Tinieblas.
6. ES CAPAZ DE AUTOTATUARSE
Un buen príncipe de las tinieblas necesita pasar tiempo en la cárcel, y así fue. A finales de los sesenta fue encarcelado por robar un televisor, y ahí aprovechó para tatuarse con una aguja de tejer dos caritas felices, una en cada rodilla, y su conocido sobrenombre en los dedos de una mano.
5. MUERDE CABEZAS DE MURCIÉLAGO
Sólo un verdadero príncipe de las tinieblas es capaz de arrancarle la cabeza a un murciélago… de un mordisco. Corría el año 1982, durante su gira Diary of a Madman cuando un murciélago cayó al escenario desmayado, sofocado por el calor del concierto. Ozzy lo tomó en sus manos, pensando que era un murciélago de goma que alguien había lanzado. Y entonces sucedió el incidente tan conocido en el que de una mordida, Ozzy le separó la cabeza del cuerpo, con sangre saltando por su cuerpo. Tras el concierto (que fue suspendido unos minutos después del mordisco) Ozzy recibió una veintena de inyecciones antirrábicas en el estómago.
…Y DE PALOMAS
En 1981, el cantante tenia una reunión con productores disquera Epic Records, a la que llevó dos palomas para ¿impresionar?, pero iba tan borracho/drogado y aburrido que decidió decapitar a una, así es, y de un mordisco.. ¡WTF!
3. ORINA EN EL ÁLAMO
Nadie como una encarnación del demonio para transgredir monumentos. En 1982, Ozzy lo hizo. Estaba ebrio y necesitaba orinar así que decidió hacerlo en el monumento histórico de Texas, El Álamo. Fue detenido por la policía y sentenciado a unos días de prisión (bah), además de prohibirle la entrada a San Antonio por 10 años.
2. PINTA PAREDES CON LA SANGRE DE UN TIBURÓN MUERTO
Tommy Iommi, recordó que en una de las giras de Black Sabbath, Ozzy compró un tiburón muerto, que además llevó al hotel, y empezó a lanzar contra la ventana. Posteriormente, pintó las paredes con la sangre del tiburón, sólo porque estaba aburrido.
1. ROBA BOLSOS, INHALA HORMIGAS, LAME ORINA
“A partir de ese momento siempre sabríamos que, estuviéramos donde estuviéramos, fuera lo que fuera lo que hiciéramos, habría siempre alguien más enfermo y desagradable que todos nosotros juntos”. ¿Qué podría hacer Ozzy Osbourne que hiciera pensar eso al mismísimo Nikki Sixx, integrante de otra “decadente y autodestructiva” banda como Mötley Crue?
Cuenta en la biografía Dirt que, durante una gira, Ozzy y los integrantes de Mötley Crue fueron a beber a un bar. En el lugar, Ozzy se colocó un dólar en el culo, diciendo que quien lo tomara, se lo quedaría. Una señora le recriminó que era un grosero, y el príncipe reaccionó, tomando su bolso, y poniéndose un vestido que encontró dentro.
Acto seguido, y con el vestido aún puesto, Ozzy le confesó a Sixx uno de sus antojos, y tomó un un cilindro con el que inhaló una fila de hormigas que salían de una grieta en el suelo.
Por si esto fuera poco Ozzy se levanto el vestido y orinó en donde antes había estado esnifando hormigas y, ante la atónita mirada de todos, se dedicó a lamer su propia orina. Después retó a Sixx a hacer lo mismo, y cuando Nikki estaba a punto de hacerlo, Ozzy le aparto de un empujón, se arrodilló y comenzó a dar lametazos a la meada.
En fin, acciones dignas de un príncipe de las tinieblas, que para bien o para mal no deja a nadie indiferente, y que nos hace preguntarnos si el fin artístico justifica los medios.
