Música

Sarah Neufeld: belleza y restos humanos

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Ambulante 2024

Un buen trabajo artístico no sólo lo es por lo que representa en sí mismo; un filósofo diría que también es relevante por lo que NO es. Personalmente siempre he preferido exaltar las múltiples conexiones que las obras provocan, ese maravilloso proceso en que una cosa lleva a otra con la que sostiene un diálogo, un intercambio simbólico. Pienso en ello mientras corre Detritus, el tercer álbum de Sarah Neufeld, violinista de ese grupo que tanto nos ha fascinado como lo es Arcade Fire.

TXT:: Juan Carlos Hidalgo

Se trata de un trabajo prácticamente instrumental, porque las voces existentes son como susurros que aportan textura y sensaciones extra, tal como ocurre en “Stories”, la pieza de apertura. Es casi como una pintura abstracta que aceptara fragmentos figurativos para convertirse en otra cosa distinta a la suma de las partes. Música majestuosa que nos hace volar durante los 43 minutos que dura en su totalidad esta entrega.

Debo decir que la experiencia que el trabajo ofrece es absolutamente conmovedora, pero también que me parece todo un acierto haberlo titulado Detritus. ¡Vaya palabra! Ahora que casi nos asomamos -supuestamente- a un bajón de la pandemia, pienso que se trata de un concepto que en gran medida nos representa: Ya no somos sino residuos… de materia orgánica, pero residuos. Detritus viene del latín y significa “desgastado”; ¿quién no puede estarlo en este momento?

La canadiense continúa con “Unreflected” y “With love and blidness” y lo que hay es una música hermosa y evocativa que fue interpretada por un cuarteto armado de la siguiente manera: Neufeld aporta violín, voces y sintetizadores; Pietro Amato está en la trompeta; Stuart Bogie toca flauta y saxofón; y Jeremy Gara, batería, sintetizador -¡dos Arcade Fire en el mismo combo!-.

El título y portada de Detritus me remiten al muy complejo pero atractivo libro Teoría general de la basura, escrito por el español Agustín Fernández Mallo, en el que se apunta: “La mayoría de la información valiosa que nos han dejado culturas pasadas no es la hallada en sus museos sino en aquello que nos dejaron sin querer: su basura. Lo menos natural, lo más artificial en su constante metaforización. Por lo tanto resulta ser lo netamente cultural, lo constitutivo de toda cultura”.

Y es entonces que Detritus (One Little Independent Records, 2021) entrega la pieza más contundente: “Tumble down the undecided”, que resulta pletórica y poderosa. Quizá más al estilo de los picos altos de Philip Glass que de un Max Richter en esteroides. Desata las maravillosas cualidades de la música y absorbe al oyente, quien no necesita una definición absoluta de lo que escucha: ¿música clásica contemporánea? ¿minimalismo? Nuestra mente se deja ir con la escucha de estas 7 piezas y vaga como si fuera partículas de pensamiento flotando en la atmósfera, contemplando desde la altura un planeta que no es otra cosa que materia muerta… Detritus de lo que hemos sido.

Grabado en el Hotel 2Tango de Montreal, cuartel general de Godspeed You! Black Emperor, Detritus es una obra madura y muy bien concebida, tal como se desprende de los planteamientos de la propia Sarah: Me inspiré tanto en una sensación de soledad interior como de profunda intimidad. En última instancia, en un duelo por el antiguo sentido de uno mismo. Ubicado dentro de capas profundas de comodidad, familiaridad y consuelo, puedo repetirme una y otra vez, sin aprender nunca, sin mirar atrás. La belleza y la gracia existen, incluso aquí, en esta grieta”.

Detritus me hace ver y sentir que muchas cosas se hallan interconectadas y comparten nociones; enerva mis sentidos, mientras me hace volver a la escritura de Fernández Mallo: “El valor de las recientes teorías de sistemas complejos es poner en relación espacios clásicamente separados”.

Staff

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