La música de Rural Tapes nace una vez que su artífice, Arne Kjelsrud Mathisen, decide moverse de Oslo para explorar el campo con su familia. Así, el ambiente rural que lo rodeaba logró que el autor concretara las composiciones que hoy día concentra en un álbum editado vía Smuggler Music. Un trabajo que, pese a estimular imágenes silvestres, carece de edad. Toda una proeza en la era de la inmediatez.
TXT:: Alejandro González Castillo
A Arne Kjelsrud Mathisen se le reconoce por su labor con The No Ones, al lado de Peter Buck y Scott McCaughey, además de sus colaboraciones con I Was a King. Aunque en realidad su carrera arrancó con Heroes and Zeros, la banda con la cual no sólo se adjudicó nominaciones la Grammy, sino que coló algún tema al FIFA 08, además de hilar montones de citas en directo en escenarios europeos y estadounidenses. Con esto detrás, no sorprende que para su debut como Rural Tapes se acompañara de personajes como Terry Edwards (PJ Havery, Tom Waits), los mencionados Buck y McCaughey, Rhodry Marsden (Scritti Politti), Alexis Taylor (Hot Chip) y Gary Olson (Ladybug Transistor).
¿El resultado? Tonada fantasmales, fonquis vetustos ayudados de un sax que cuenta una historia de pasión antes de extraviarse, reverberando entre la maleza (“Pardon my french”); pianos que resuenan en la punta de la montaña (“Opus 13”); lagos de diamantina en los que se rema para que de pronto una voz, filtrada por la bruma, indique el punto donde nos hallamos: “Lost in sound”. Arpegios sintetizados sobre cajas de ritmo (“Harmony”); guitarras trémulas que cobijan a quien posa las palmas cerca del fuego (“By dusk”).
Algunas de las composiciones que se incluyen el debut de título homónimo de Rural Tapes aguardaron una década con tal de ver la luz. Al fin se les “hizo justicia”, explica el compositor al respecto, aludiendo que prefiere maquinaría análoga para registrar su música y que, para esta obra, su mayor fuente de inspiración la encontró en el silbido de las aves, lejos del ruido citadino. Este artista noruego hace música sin edad, diseñada para flotar en el espacio de la mente hasta que la desintegre nuestra memoria; el acto de caducidad más cruel que la especie melómana conoce.
