“Tú eres mi casa, el bálsamo del amanecer, no te conozco y siempre te voy a querer…” es la primera frase que se escucha en “Torre de Marfil”, la canción que abre El largo mañana, el octavo álbum de Rufus T. Firefly, la banda de Aranjuez en Madrid. Y luego vienen texturas de sintetizadores y un teclado en primer plano antes de que un redoble de batería arranque el ritmo.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Las percusiones serpentean, una bruma eléctrica se levanta y estamos dentro. ¿Qué es lo que hay? Un potente brote de psicodelia que abre lugar incluso para unas congas (que se mostrarán a lo largo del álbum). Hay que decirlo… este disco es mucho mejor que los últimos de Tame Impala (una comparación reiterada a lo largo de su carrera) y de pertenecer al mundo anglosajón, Rufus T. Firefly serían ya grandes estrellas internacionales.
Ahora como sexteto, el grupo suena mejor que nunca y ellos pretendieron dar un brusco viraje estilístico en El largo mañana (Lago Naranja Records), y podemos decir que es bueno que sólo lo consiguieran en parte; ellos han dicho que partieron rumbo a los mares del soul teniendo a Marvin Gaye y Curtis Mayfield como capitanes, pero las bodegas están llenas de productos psicodélicos.
Rufus T. Firefly tienen un enorme talento sobre los instrumentos (pueden ser virtuosos, pero se contienen), pero también gran sentido melódico y armónico, que aplican profusamente a sus canciones, es por ello que El largo mañana es todo viajesote lleno de placer y profundidad, lo que queda clarísimo con “Lafayette” -uno de sus temas insignia- y en el que Julia Martín-Maestro, deja en claro que es una de las mejores bateristas europeas -sin distingos entre hombres y mujeres-; un músico bárbaro que da lustre al disco entero.
Luego en “Me has conocido en un momento extraño de mi vida” es como si encontráramos a Marvin Gaye tocando al interior de una nave espacial un tema con todo el sonido Filadelfia, pero con toque cósmico. Aquí el teclado de Marta Brandariz es supremo y entre oldie y sideral.
Víctor Cabezuelo (guitarra y voz) ha encontrado la formación ideal para darse vuelo con todas sus pretensiones artísticas; “Polvo de diamantes” es toda elegancia, con un bajeo lleno de groove y esas progresiones que van llevando al escucha hasta hacerlo estallar: “La noche cae encima de nosotros como una lluvia suave”. Sobra sensualidad, percha de grandes músicos y un momento de plenitud creativa.
El largo mañana contiene 8 temas para casi 42 minutos llenos de apasionados mantras. Es en “Tempelhof” donde hacen explícito su homenaje a los grandes del soul y Marvin Gaye danza por ahí entre sintetizadores y congas; una vez más es como emprender un viaje rumbo a las Perseidas a bordo de un Cadillac cuántico y en trajes de astronauta color azul pastel.
Aunque El largo mañana termina con “Selene” en lo personal creo que el tema anterior, “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”, es otra de las inmensas crestas a las que han subido los Rufus T. Firefly en este disco; se notan a plenitud tocando juntos y se han puesto a groovear por todo lo alto. Las letras son como acertijos que acompañan a una magnificencia instrumental; es en este tema que hasta se pueden acordar de la música disco y llevarla a otro nivel.
Rufus T. Firefly han dado en el centro del blanco, han hecho un disco pleno y exploratorio; han atinado en la producción Manuel Cabezalí y Dany Richter, y también al encargar la mezcla a Kennie Takahashi, colaborador de Broken Bells y The Black Keys.
¡Uffff, un año tremendo para España en el ámbito musical! ¡Lleno de discos sublimes y trascendentes! El largo mañana es una obra notable y perdurable; Rufus T. Firefly atraviesan épocas y estéticas a través de un sello completamente propio y consiguen llevarnos en un viaje clavado y bien intenso.
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