Hace 14 años emos, punks y darks se enfrentaron en la Glorieta de Insurgentes. Anoche Jacobby Shaddix actuó como aquellos Hare Krishna que casi tres lustros atrás pararon la guerra entre clanes y le preguntó a treintones, veinteañeros y cincuentones, que asistieron al Pepsi Center para atestiguar el concierto de Papa Roach y Simple Plan, a través del micrófono: “¿están listos para el rock and roll?”.
TXT:: Arturo J. Flores / FOT:: Liliana Estrada
Córtame en pedazos
Emo Nite, así se publicitó esta noche de lunes que obligó a varias personas a exhumar del armario sus antiguas prendas a rayas negras y blancas, a delinearse otra vez como si le hubieran pedido prestados los ojos a un mapache, a rascarse los brazos para recordarse que ahí siguen las cicatrices de las cortadas que de adolescentes se infringieron.
Porque los emos tristemente fueron los primeros en expresar su ansiedad a través de las autolesiones, y por eso la antepenúltima canción de Papa Roach sonó tan poderosa: “corta mi vida en pedazos, éste es mi último recurso, sofocación y falta de aliento, me importa una chingada si me corto el brazo y está sangrando”.
El plan simple de Dios
Pero antes Simple Plan ya había devuelto a estos personajes, como sacados de la imaginación de Tim Burton, a esos nublados años de adolescencia. Poco importó que algunos ya no cupieran en los pantalones stretch, que el copete envaselinado hace mucho se quedara a vivir en el cepillo o que no hubiera dudas de que de música MTV sólo conserva la M; porque Pierre Bouvier les recordó lo doloroso que es no ser perfecto para los padres (incluidos quienes miraban con preocupación el reloj porque al otro día irían a trabajar, y que también ya tienen hijos).
“¿Crecí de acuerdo con tus planes, papá?”, cantaban decenas, centenas de seres humanos a quienes el Vampiro de la edad adulta succionó con su primera declaración al SAT y la exigencia de ser sujeto de crédito para un banco. “¿Piensas que desperdicio mi tiempo haciendo lo que me gusta?”, cantaba más de uno que imaginó que moriría antes de perder la ilusión.
La Emomorfosis
Dicen que la noche es joven pero la música nos recuerda que nosotros no.
Tanto que delante de mí ¿una madre? ¿una tía? ¿una hermana mayor? acompañaba a un niño que es posible haya conocido a los Simple Plan cuando hicieron un cameo en “Scooby-Doo”.
Tanto los de Montreal como Papa Roach tocaron 17 canciones en sets que apenas rebasaron la hora. Los canadienses se decantaron por la emotividad y los de California apostaron por la rudeza.
Cada uno tuvo su coqueteo con el país anfitrión; Bouvier diciendo que extrañaría las Margaritas cuando su vuelo despegara para alejarse de México y Shaddix enredándose como Chavorruco Héroe en una bandera customizada.
La Emo Nite se terminó a las 11. Hasta Cenicienta sabe que no conviene desvelarse en lunes. Quedó atrás el zumbido en los oídos, los amplificadores calientes y el suelo del Pepsi Center pegajoso de cerveza.
También la evocación de Gregorio Samsa que bien pudo haberse despertado este martes, luego de un sueño intranquilo, acostado en su cama y convertido en un monstruoso insecto. Un emo transformado en adulto.