Este fin de semana fue uno de los más históricos de la CDMX, o al menos del 2018. Aficionados, comunidad y humanos celebraron el triunfo de un país, pero sobre todo el triunfo de la tolerancia. Así vivimos el Pride en #MarvinCDMX
#MARVINCDMX
Junio es uno de los meses más decisivos para México este 2018. Por un lado la actuación de la Selección mexicana frente a Alemania dio una esperanza a la afición tricolor que nunca antes había surgido en la historia del fútbol mexicano. La posibilidad de pasar a octavos de final, por segunda vez en la historia se hizo presente en la historia mundialista. Con la euforia del triunfo sobre la selección de Corea, el sábado pasado fue un día histórico en la CDMX, o al menos así pareció. El Ángel, Paseo de Reforma y el Centro Histórico fueron testigos del ondeo al paralelo de dos banderas: México y los siete colores del arcoiris. Por ahí circuló una imagen que podría describir en una sola foto todo lo que se vivió en un día:
Foto por Santiago Arau
Yo no sé de cifras, pero lo que si era un hecho es que mucho costaba caminar entre cuadra y cuadra. Según Arturo, quien lleva yendo 10 años a la marcha, la primera que se hizo para celebrar el orgullo de la comunidad LGGBTTTIQ contó solo con 40 personas saliendo del Ángel. Al llegar al Zócalo se contaron cerca de 70.
Foto vía excelsior.com.mx
Este año el comité organizador contabilizó cerca de 150 mil personas desfilando de extremo a extremo en el Ángel, lo mismo que en el Zócalo. Otra vez, yo no sé de cifras, pero se podía sentir centímetro a centímetro esa cantidad de personas. De un momento a otro México tenía un carnaval y era el del orgullo de la comunidad gay. Actualmente existe un término muy común entre las generaciones más jóvenes y es el de “apropiación cultural”. Este día dio lo mismo el género, había por ahí playeras que decían “Soy humano”, qué lección tan grande aprendida en solo dos palabras.
Todas las canciones de pronto parecía que eran los himnos de la comunidad, lo mismo se escuchaba pop, electrónica, reguetón o por ahí de vez en vez un rockisito. La normalidad se rompió porque en esta fiesta multitudinaria se bailaba todo sin distincióny sin discusiones intelectualoides que no lo vienen nada bien a la música, porque termina dividiéndola. Así fue este día, sin divisiones, sin distinciones y con una sola voz. La de la tolerancia.