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Para entender el impacto de “Master of Puppets” hay que viajar al ritmo de ‘Stranger Things’

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Para entender el impacto de “Master of Puppets” hay que viajar al ritmo de ‘Stranger Things’
Ambulante 2024

Es comúnmente aceptado decir que técnica y académicamente el metal tiene su punto de partida con el disco Black Sabbath (1970), de Black Sabbath. Ahí empezó todo: con el disco y la banda que cambiaron la cara del rock y dieron pie al nacimiento del hard rock o heavy rock (el término heavy metal llegaría a mediados de esa década). La segunda vez que un disco cambió la historia fue el 3 de marzo de 1986 cuando Metallica lanzó Master of puppets (Elektra Records). Y no se trata de gustos sino de impacto medible en números, comentarios de cientos de bandas que de ahí en adelante cambiaron su forma de hacer música, reseñas de la época y análisis históricos. Así que si usted es de esos “true metal warriors” que creen que Metallica apesta, este es un buen momento para detenerse y dejar de leer.

TXT:: Luis Jasso

Para entender el impacto de Master of puppets hay que viajar en el tiempo. Y es que los dichos existen por algo, y el que mejor le queda a este texto es aquél que dice: “después de la batalla, todos somos Generales”. Hoy, internet mediante, todo parece fácil de explicar, pero el disco salió en 1986 y el mundo era otro. Por ejemplo, es el mismo año en el que salieron Reign in blood de Slayer y Peace sells…But who’s buying, de Megadeth. En el caso de Slayer, la historia nos cuenta que se trató de su disco más importante, y probablemente el único que puede pelearle a Master of puppets en cuanto a impacto, aunque numéricamente pierde por goleada. En el caso de Megadeth, su cenit creativo (el primero) llegó hasta 1990 con Rust in peace.

Ahora bien, esos son tres discos muy importantes para el género, pero el mundo metalero en general estaba en otro punto muy diferente. Algunas bandas clásicas sacaron discos, algunos buenos, otros no tanto. Judas Priest lanzó el muy debatible Turbo. Iron Maiden ofreció Somewhere in time. Y en ambos casos, aunque en el contexto de cada banda Somewhere in time es mucho mejor que Turbo, los dos tienen en común el uso de sintetizadores en las guitarras, tendencia muy aceptada en ese tiempo. AC/DC lanzó Who made who, que al final del día era un EP que traía ese sencillo arropado por reediciones y reversiones de temas anteriores. Black Sabbath lanzó el polémico Seventh star y Ozzy salió al paso con The ultimate sin. Difícilmente lo mejor de cada uno de ellos.

Pero hay más. Fue el año en el que el hair metal empezaba a dominar la radio y MTV. Bon Jovi lanzó Slippery when wet (12 veces platino y número uno en Billboard ese año); Cinderella puso en circulación su Night songs (número 3 de Billboard, tres veces platino); Poison hizo lo propio con Look what the cat dragged in (número 3 en Billboard, 3 veces platino), Van Halen le entró al pop con 5150 (número 1 en Billboard, seis veces platino); Europe pegó con tubo con su Final countdown (número 8 en Billboard, tres veces platino) y Stryper daba de que hablar con su cristianísimo To hell with the devil. Había entonces dos caminos: el mundo se rendía ante los Poison, Bon Jovi, Ratt y L.A. Guns (estos últimos dos sacaron disco un año antes o uno después) que dominaban desproporcionadamente el camino del metal, o alguien daba un manotazo en la mesa y cambiaba el paradigma.

Y apareció entonces Master of puppets.

El disco era considerado thrash, pero Metallica siempre estuvo un paso adelante del resto y honestamente la etiqueta thrasher le quedaba corta. Lo primero que suena al poner la aguja sobre el vinil es una intro acústica. Luego de 38 segundos aparece la furia incontenible de “Battery”, un clásico no solo de la banda sino del género, con una velocidad prácticamente inédita en ese tiempo; machacante, brutal, corrosiva y con temática sobre la violencia intrafamiliar. 36 años más tarde sí, hay muchas bandas más veloces, pero esto era 1986; con Bon JoviPoisonRatt-Mötley Crüe-Europe en mente, los blast beats estaban en desarrollo o no existían.

Segunda canción: “Master of puppets”, con uno de los riffs más conocidos de la historia, punto. Quien sabe si el mejor o no, pero de los más famosos que hay en el género. Una larga analogía de las adicciones y como ellas manejan al individuo. Pero musicalmente era llevar un paso adelante lo que habían empezado en Ride the lightning, que es lo que hoy podemos entender con incorporar elementos más progres y aventurados en el sonido. Los cambios de ritmo y tempo son clásicos, el interludio lento y melódico que se rompe con el regreso de las power chords y luego el riff que inaugura la segunda parte de la canción eran para ese tiempo, visionarios y poco comunes. Y claro, está el solo frenético de Kirk Hammett replicado y puesto de moda por Stranger things. Hoy la canción se escucha desde una discoteca fresa al lado de Harry Styles y Maluma, pero eso es un síntoma de los tiempos, no culpa de Metallica.

Para que un disco alcance el nivel de amor que ha recibido Master requiere de un toque de variedad y eso es justamente “The thing that should not be”, una referencia directa al mundo del escritor H.P. Lovecraft. Más lenta, atmosférica, tenebrosa, con un inicio en el bajo y un riff poderoso que plantea lo que más adelante será la melodía vocal y que de pronto cambia y abre paso a la voz. Es un sube y baja de intensidad en el que las bajadas son para explicar a esa criatura que no debería ser y las subidas son pasajes instrumentales, para que nadie olvide sacudir el cráneo. El solo ya muestra lo que eventualmente sería tendencia y marca registrada de Hammett (y punto de debate también): el uso del efecto wah-wah. Los tonos del bajo que acentúan el riff principal son tan pesados como se puede uno imaginar.

Seguimos en el lado A y aparece “Welcome home (Sanitarium)”, una que empieza lenta pero va in crescendo sólo para caer de nuevo en un tempo medio, con un solo largo. Todo eso va perfecto con la idea en la letra, una referencia a la salud mental y el maltrato de internos en instituciones psiquiátricas. Y cuando los pacientes se rebelan, la música regresa a la deliciosa agresividad que empapa el disco. Es un tema que se siente ominoso. No será el más veloz pero vaya que golpea con tubo.

Vuelta al disco, lado B.

Disposable heroes” es uno de los temas más crudos de Metallica. Habla sobre lo desalentador y vil que puede ser el futuro para un joven que es reclutado por el ejército y mandado a la guerra. Es tema serio y no podría ser tratado con algo menos que una contundente atmósfera. Inicia con un riff totalmente legendario, que abre la puerta a otros más que no bajan ni un punto la intensidad (si acaso la elevan). También está lleno de solos melodiosos, y es justo parte del encanto, la melodía. Sí, Reign in blood puede ser más “pesado”, pero también es mucho más caótico. Metallica, para éste que era su tercer disco, ya dominaba con maestría el concepto de melodía.

Porque todas las canciones de Master of puppets tienen momentos para hacer el slam más brutal, pero todas se pueden tararear porque sus autores encontraron la fórmula para conseguir que la agresividad sonora fuera, a falta de un mejor término, accesible. Cuando James Hetfield grita a capella “I was born for dying” (nací para que me mataran) y regresa con ese breve riff enfurecido, podemos hablar de gloria metalera pura. Y para los minutos finales, velocidad y virulencia sonora para que nadie se confunda.

Leper Messiah” nuevamente comienza con una velocidad un poco menor a los estándares del thrash, y ahí tal vez esté la clave: se trata de un disco que cambió la historia del metal, pero sin que sea a fuerza desde el nombre propio del thrash. Hay elementos trasheros por todos lados, pero hay muchas otras dinámicas para disfrutar, y nuevamente, eso es algo que muchísimas bandas copiarían en años subsecuentes. ¿Por qué confinarse a los estándares del establishment? Y “Leper Messiah” tiene elementos thrash, por supuesto, pero abre espacio para ritmos más lentos, pasajes que se decantan por la melodía y regresos contundentes a la velocidad, incluso en la voz. Y para muestra que cualquier hablante de inglés aprendido y no como lengua natural intente seguir a James en el último verso.

Sigue “Orion”. Muchos son aficionados a decir que con la muerte de Cliff Burton también se fue Metallica. Que si él hubiera seguido, la banda jamás hubiera sacado el disco negro y muchos conceptos más. Pero este tema deja claro que era justamente él quien mejor entendía la idea de la variedad. Algunos pasajes de la canción quedarían sin mancha dentro del maldecido álbum negro, pero es más fácil destruir que permitirse escuchar y disfrutar. Aquí, el pasaje lento a media canción con un breve solo de bajo podría caber en la primera etapa de Black Sabbath (pensemos en “Solitude” por ejemplo).

Y para cerrar está “Damage Inc.”. Si bien el disco abre con un tema rápido como pocos, cierra con otro que parece carrera de dragsters. Es un colofón colosal para un disco al que le queda como anillo al dedo el mismo adjetivo.

Master of puppets abrió muchas puertas para lo que vendría más adelante en el metal. Mostró que hay diversas caras que se pueden explorar, vendió más que cualquiera de los discos del Big Four en ese año, el anterior y el que le siguió, incluso si se suman todos. No tuvo el apoyo ni de la radio ni de MTV ni mucho menos del internet, que no existía en términos comerciales. La banda lo presentó en vivo en Estados Unidos abriéndole a Ozzy en estadios de todo el país y tuvo que frenar su gira europea por la muerte de Burton. Fue el disco que demostró que para sobrevivir, el metal no tenía que salir del subterráneo. Dejó muestra de que hacer música que al mismo tiempo era honesta y brutal podía sacar a las bandas de ahí sin apoyos corporativos. Mostró que el camino del glam/hair metal estaba bien para las masas y su ansia de consumo inmediato; aunque se necesitaba algo más orgánico y real para que se sostuviera en el tiempo.

Su trascendencia se puede medir no en las listas de los mejores discos de metal que suelen hacer las revistas (y en las cuales siempre tiene un lugar prominente) sino en los comentarios que han hecho desde entonces todo tipo de músicos del género. El mismo Kerry King le dijo a Rolling Stone que en su lista de los mejores 10 discos de metal pondría al Master porque “tiene un billón de grandes rolas”.

El mundo del metal pudo haber seguido el camino de “Living on a prayer” y entonces sí, el grunge lo hubiera matado completamente. Afortunadamente con Master of puppets se abrió otra ruta, una que hoy sigue transitada, llena de vida y claro, de polémica.

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