Algo así como un puchero, un guisado similar al caldo de res, muy popular en México. Eso es el sancocho sudamericano, la palabra que dio origen al concepto detrás del más reciente trabajo de Los Espíritus, mismo que trae de vuelta a Maxi Prietto y compañía a nuestro país, después del malviaje espacio-tiempo que significó la pandemia para muchos de nosotros.
TXT: Aarón Enríquez
“Antes de la pandemia, cuando todavía podíamos girar, fuimos de visita a Caldas y nos recibió la familia de Pipe (Pipe Correa, batería de la banda, originario de Colombia) precisamente con un sancocho delicioso. Queríamos que el proyecto nos remitiera a esos tiempos de gira y lo primero que pensamos fue en esa palabra y en ese momento”.
Lo que escucho es la voz de Maxi, vocalista y líder de Los Espíritus, en su propio cuarto, a unas horas de viajar a norteamérica para retomar la gira del nuevo álbum. Me interesa que dentro del disco hay sonidos de todo tipo, colaboraciones con gente como la ecuatoriana Huaira, que pone sus coros espaciales en “Vámos a la luna”; también está la sabiduría de arrabal con Melingo, la actitud maldita y rockabilly de Carca, además de la joya de la corona latinoamericana con Gustavo Santaolalla.
“Sancocho Stereo” es eso, un conjunto de sabores, olores, ritmos y mezclas, que en el papel ya suenan interesantes, pero que terminan de tener sentido al momento de meter a fondo la cuchara y darle un buen bocado al plato que nos presentan enfrente, pero también es una especie de radio peregrina. El disco trae ruidos y voces de personajes diversos, entre ellos Luis Flores y Enrique Blanc, un par de periodistas mexicanos, algo que me sorprende favorablemente.
“Es como un juego, así es el disco. Queríamos que tuviera presentadores porque tenía que ver con la idea de hacer una gira desde casa y juntar no sólo periodistas, sino también personas que nos recuerdan a las giras. A Enrique Blanc nos lo cruzamos varias veces en la FIM PRO, en GDL, y él cada que puede viene a recitales nuestros, entonces nos pareció divertido. Pedimos audios a mucha gente y fuimos seleccionando con la idea de crear algo cambiante, caótico y radial, por eso tratamos de que aparecieran muchas voces”.
Maxi explica y su voz resuena en la bocina de la computadora. La experiencia es precisamente como estar escuchando la radio en un aparato viejo. Le digo que para mí él es como un explorador de sonidos y experiencias, sigo desde hace tiempo sus playlists en Spotify y muchos de sus descubrimientos me llegan como si se tratara de una botella con mensajes en el medio del mar.
¿Esta urgencia de explorar música y sonidos, tiene que ver con que te has quedado en gran parte con el peso creativo de la banda, hablando al menos líricamente?
No, entre nosotros siempre compartimos discos, experiencias y también información de todo tipo. Todo eso se va convirtiéndo en música y viene directamente de la zapada, la música nunca va a dejar de ser un juego y tampoco un desafío. Intentamos siempre ponernos en situaciones donde tengamos que aprender algo para que en ese desafío salgan cosas nuevas para no repetirnos. Después las letras van saliendo sobre la marcha de un lugar más impredecible, quizá influenciado por la intuición de ciertos acordes y ritmos, cosas que sugieren ideas. Después se va componiendo sobre eso.
En tu caso la exploración musical y creativa viene de muchas influencias, ¿cómo has crecido con ellas a través de los años? ¿Qué te dicen por ejemplo Bukowsky o John Fante, hoy en día?
Bukowski para mí fue la introducción directa a la lectura desde la adolescencia y también fue mi influencia para un montón de otros temas como la marginalidad y cosas que en ese momento me parecían muy atractivas. Después descubrí a John Fante y un montón de escritores que me atrajeron tanto por el humor que tienen como por la tragedia que desarrollan, creo que es una cuestión de estilo. Pero siempre he estado cercano a ellos, no es que me aleje ahora. Pasa que ahora separo al personaje tanto de la obra como de la vida. Hoy no me interesa para nada despertar y desayunar cerveza.
Maxi recién sacó en individual el álbum “Astro, LoFi Beats”, un compilado de canciones hechas en solitario con un sampler, un instrumento lejano a la guitarra, que lo ha acompañado desde siempre.
Viendo tus playlists descubrí por ejemplo que tenías cosas como MF Doom, Pusha T o Ras G, mucho hip hop. ¿Es ahí de dónde sale Astro?
Si, me copé mucho con la onda de Ras G y empecé a ver al sampler como un instrumento fascinante por las posibilidades que da. Capturar grabaciones y sonidos originales para transformarlos con los efectos propios del Roland sp 404 o el sp 555. Me di cuenta de que a las voces les podía poner efectos distintos a los que usualmente metía y eso me interesó mucho, después empecé a ver más beatmakers y las cosas que ellos hacían, en el caso de Ras G me gusta mucho cómo lo utiliza para hacer algo completamente deforme y psicodélico. Es como una especie de Sun Ra del hip hop o algo así, él también estaba muy copado con esa onda.
Claro, un simple beat parece sencillo, pero creativamente gente como Ras G o Madlib han hecho cosas en realidad muy visionarias ¿eso es lo que te inspira?
En todo lo simple siempre se esconde algo bien hermoso, como en el blues. Si alguna persona nunca escuchó blues, seguramente va a pensar que todo es lo mismo, pero si escuchas más y empiezas a discernir entre uno y otro estilo, te das cuenta de que hay artistas que de pronto se diferencian demasiado del resto haciendo música que es muy parecida a la del resto, eso es lo que los hace especiales. Acá pasa lo mismo, cuando empiezas a explorar entre beatmakers te das cuenta de que hay muchas cosas que no te cautivan y otras que son increíbles, es cuestión de meterse y encontrar la belleza.
¿Hasta donde piensas llevar esa exploración, quizá meterla en Los Espíritus de pronto?
No sé, por ahora estoy muy copado con componer así y con el hecho de poder intervenir mezclas en vivo, me gustaría en algún momento hacer estas mismas sesiones e intervenirlas en vivo, esa posibilidad es la que más me llama.
Hay una pregunta que siempre he querido hacerte. ¿Es mi imaginación o tienes cierta animadversión con Roger Waters?, he visto que cada que te refieres a él no necesariamente es para hablar bien.
(Risas) No lo he notado, quizá soy un bocotas y no me doy cuenta, pero bueno, si hablamos de Roger Waters habría primero que hablar de cosas muy buenas, porque hizo un montón de cosas espectaculares. Quizá lo que pasa es que entrando al tema de Pink Floyd, está también la etapa de Syd Barrett, más psicodélica, con mayor exploración sonora, tal vez. Pink Floyd tiene un montón de virtudes, pero luego cuando veo que todo eso se transformó en un show, que quizá es algo de los 90’s, esa banda que suena perfecto, casi idéntico al CD, entonces pienso que ahí la gente va más a ver el chancho volador que a la banda que toca. Me gusta más el Pink Floyd de los 70, veo una banda más directa, con más alma. Puede ser.
Para acabar, ¿en qué momento están cómo banda en esta gira? ¿Has hecho las paces con canciones de la etapa de “Agua Ardiente” como “Perdida en el fuego”, que fue escrita por Santi Moraes, o simplemente no las tocan actualmente?
Bueno, ahora mismo estamos haciendo un repaso por toda la historia de Los Espíritus, canciones muy viejas, pero también de la etapa Sancocho Stereo e incluso más nuevas. Pero en realidad siempre canté las canciones que hago yo, así es que fue natural dejar ese tipo de canciones de lado. Sólo toco las canciones que compuse yo, pero estamos disfrutando mucho nuestro sonido actualmente, sonamos muy contundente y el show es bastante rockero. Hay momentos más tranquilos, pero en general lo que nos dicen es que estamos sonando muy duro. Mucho blues, mucho boogie, mucho groove. Quizá soltamos cosas inéditas de pronto. Estamos contentos.