Las nuevas generaciones de escuchas por fortuna han ido dejando atrás prejuicios con tal de simplemente disfrutar la música que les llama, sin que importen géneros ni tendencias. Se trata de un público, además, ansioso por conocer qué hay detrás de esos personajes que aparecen en los videos y en las portadas de los discos, en las publicaciones de TikTok o Instagram. Es en este panorama que nace Lynnchburg.
Axl Voostar es el hombre detrás de Lynnchburg (the one man band that we were waiting for, puede leerse en su cuenta oficial en YouTube). Un músico que ha encontrado la manera de unir los diferentes rostros musicales que lo conforman en un solo concepto donde las barreras se esfuman discretamente, escudado en una postura estética radical, estridente, aunque a la vez profunda y emotiva. En su temario, Axl une catarsis con melancolía, éxtasis con paz. Dos palabras suelen estar en el discurso del músico: autoliberación y autenticidad.
Fuertemente activo en sus redes sociales, Lynnchburg no escatima a la hora de colocarse frente a la cámara e ir revelando lo mismo móviles creativos que detalles de los procesos de los cuales echa mano para hacer video o fotografía. Acercarse a sus canales de comunicación significa lo dicho: conocer al ser humano detrás del creador, con todo y sus frustraciones a cuestas. De tal modo, la comunicación entre artista y escucha s estrecha de efectivo modo.
El perfil estilístico de Lynnchburg es amplio, lo mismo echa mano del rock de la vieja guardia que del metal, aunque los quiebres melódicos y rítmicos suelen ser bienvenidos para así conformar un cuerpo de canciones que a la fechan ha ido creciendo al tiempo que el rango de infección de dicho temario se expande. Todo esto podrá ser verificado el próximo 31 de enero, en Bajo Circuito, donde Lynnchburg estará abriendo el concierto de Disidente. ¡Allá nos vemos!
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