Santi Balmes empuña una raqueta eléctrica que opera como matamoscos y va soltando revés tras revés. Dice que encuentra flipante la acción. Se halla en España, a 35 grados de temperatura. En otro cuadro de la pantalla, justo sobre él, se halla Jordi Roig. La otra mitad de Love of Lesbian confía en las declaraciones de esta pareja, la cual habla de la llegada de las canas y de lo complicado que es mantener la entereza en un negocio voraz; la dupla también se refiere al hype y a los haters, a Moisés y a Kafka. El combo planea una visita al Palacio de los Deportes el 9 de noviembre y ya tiene empaquetado un nuevo plato. “Los egos han bajado”, cuenta el dúo pensando en su calmo presente, mirando el pasado con perspicacia; “a veces uno oculta inseguridades con arrogancia”.
Son prácticamente veinte años los que Love of Lesbian lleva haciendo canciones en español. Un andar que, como los mismos músicos certifican, los ha llevado a conectar con la audiencia mexicana gracias a un boca-oreja que arrancaría con Maniobras de escapismo y que hoy tiene a la banda de Barcelona a punto de dar a conocer Ejército de salvación, una obra cuyo tercer sencillo, “Hermandad”, simboliza un ajusticiamiento para el cuarteto que completan Oriol Bonet y Julián Saldarriaga. La banda se asume orgullosa, francamente privilegiada de poder seguir pasándosela bien, entre amigos, sin un patrón infame a la vista y sí con la consciencia del sitio que cada cual ocupa en una empresa que cruza drama con humor de manera efectiva. “Algo muy complicado”, asienten Balmes y Roig. El primero, con la raqueta surcando el aire; el segundo, sonriendo satisfecho.
¿Será que a todos nos pasa igual, que de pronto miramos atrás y ya pasaron cinco años cuando pareciera que sólo transcurrieron unos cuantos meses? Es decir, ustedes viven entre aplausos y multitudes, quizá perciban distinto esto.
Santi Balmes (SB). Vemos el paso de las décadas. Las fotos son muy hijas de puta. Con ellas ves la aparición de las canas, su invasión y al final su victoria absoluta. Pasa el tiempo para todos, no importa si tocas música o eres mecánico, con nadie transcurre más rápido. Aún así, nosotros nos la pasamos muy bien, somos privilegiados en el sentido de que, bueno, a ver, trabajar en esto tiene como contrapartida estar fuera de casa bastante; pero viajamos, conocemos gente maravillosa y nos aplauden. Laboramos con amigos, no nos han impuesto un jefe. Y los recuerdos que tenemos como banda son muy intensos.
Jordi Roig (JR). La mayoría mide la vida por años o meses; nosotros por discos o giras. Nuestros últimos años han pasado casi como un chasquido, aunque mirar tres discos atrás es pensar en quince años. Hay recuerdos que se quedan lejos y la percepción de las memorias están distorsionadas. Hace once años que visitamos México por primera vez, pero lo recordamos como si hubiera sido ayer. Eso asusta, porque, wow, qué rápido va todo.

En este rol, su más reciente sencillo, “Hermandad”, parece ser una palmada en la espalda a ustedes mismos. No es fácil aguantar tanto rato juntos, menos habiendo dinero de por medio.
SB. Sí, “Hermandad” habla de justicia, de nuestra relación, que ha durado más que muchas parejas. Estamos orgullosos de ello y lo celebramos. Cada uno de nosotros está consciente del lugar que ocupa en la banda, aunque no por eso se siente amenazado. Nos hemos cuidado en ese sentido, hemos sido muy francos cuando ha tenido que ser así. En los últimos años aprendimos que si tienes algo que te incomoda, en cuanto más rápido lo hables es mejor, porque antes pasábamos años guardado cosas; ahora no se retarda más de una semana la comunicación. Y los egos han bajado. A veces uno oculta inseguridades con arrogancia.
JR. Ninguno de nosotros es el mismo de antes, nos hemos formado. El camino nos ha vuelto más conscientes e intentamos dar más de lo que exigimos. Sostenemos una relación laboral, entonces tiene que haber mucho respeto sabiendo cuál es el papel de cada cual.
Y encima de ello, conseguir que la empresa ande, que no se estanque, que se sienta fresca.
SB. Nos han dicho: ya pasó el aniversario de tal disco y no ocurrió nada, debieron haber hecho una gira tocándolo. Jamás hemos sido fans de los ejercicios nostálgicos. Estamos mirando la siguiente piedra, qué hay adelante. No nos consideramos una vieja gloria, sino un ente creativo preparado para sorprender. Hay momentos donde esto no es siempre posible, a veces la creatividad baja o no pasan cosas demasiado especiales como para escribirlas, o te aburguesas… ve tú a saber. Al final, lo más honesto en estos casos es dejar de componer.
Estamos en un buen momento, en ese espacio en el cual ya hemos pasado de ser hype; quienes eran nuestros haters están concentrados mirando a bandas más jóvenes. Una situación bastante agradable: ya sabemos que nunca vamos a estar en el Super Bowl ni a llenar el Maracaná. Había un slogan de la 2 (la cadena televisiva española) que decía: La inmensa minoría. Algo muy aplicable a nosotros. No hay que obsesionarse en ganar más fans, sino en cuidar los que tienes, que ya forman, en nuestro caso, una base hermosísima de gente.

En México, esa inmensa minoría busca llenar el Palacio de los Deportes con ustedes en el escenario.
SB. Si lo hubiéramos planteado a nivel estratégico no hubiera pasado jamás. Serrat, por ejemplo, en Argentina es considerado como un argentino más; a nosotros allá nos va bien, pero no en términos demenciales, como le ha ocurrido igualmente a Joaquín Sabina. No hemos forzado nada. Con México ha sucedido algo. Yo creo que cada diez años México elige un banda española en concreto a seguir.
¿Sí? ¿Antes de ustedes quién pudo ser el elejido?
SB. Bunbury, destacadísimo.
JR. Es que para nosotros las redes sociales han funcionado como un boca-oreja. En su momento nos salimos de los canales convencionales, cuando todavía no formábamos parte de una multinacional. Hace más de diez años no parábamos de recibir mensajes en Facebook desde México, y luego comprobamos que sí, que había muchísima gente escuchándonos.

¿Habrá habido un momento donde todo hizo clic entre ustedes y sus escuchas mexicanos, un concierto, un gesto, un movimiento empresarial?
SB. Siempre recordaré a una fan que me grito: ¡quiero ser tu cocinera! Pensé: ¡qué maravilla, con lo bien que se come en México! Esto fue en el Caradura. Un momento mágico en el cual pasábamos entre la gente para subir al escenario en medio de gritos y abrazos. Fue como un bautismo, como si las aguas del mar rojo se abrieran para Moisés. Bíblico. Llegar a casa y contar esto fue inútil, no había que esforzarse, jamás nos iban a creer lo que nos pasó.
¿Habrá músicos que ya tomen a Love of Lesbian como referencia a la hora de hacer canciones?
SB. Hay bandas que nos toman como referencia. Pero intentar imitar a Love of Lesbian es difícil, hacer lo que hemos hecho. Manejamos drama con humor y eso es muy complicado que a una banda le salga bien. Hemos dado un triple salto mortal y caímos parados. Pero no sé si le haría caso a una banda como la nuestra, mejor diría: háganlo bajo la supervisión de sus padres. Hay una frase de Kafka que recuerda lo que uno debe hacer: No cedas, no bajes el tono, no trates de hacerlo lógico, no edites tu alma de acuerdo a la moda; mejor sigue sin piedad tus obsesiones más intensas. Ahí el recordatorio.
*También te puede interesar: Russian Red: Oye tú, romántica sinvergüenza, azótanos con canciones