El fin de año se ha convertido en un significante muy grande en el colectivo del mundo que habitamos. Representa el final de un ciclo, la fecha perfecta para enlistar lo que logramos, lo que no y lo que dejamos a medio camino. Nos invita a reflexionar sobre lo que nos marcó y lo que nos enseñó algo nuevo: una lección, una decepción, el día en que aprendimos a valorar la vida o a burlarnos de ella.
Es intrínseca la nostalgia que viene con el final de año, pero sobre todo significa la oportunidad para comenzar algo nuevo, para comenzar de cero, para enmendar nuestros errores y el año que viene ser mejor.
Significa también recordar con alegría los momentos en los que nos sentimos plenos y repasar con resiliencia los capítulos en donde nos sentimos blancos de la mala fortuna, entonces sonreímos y sabemos que a pesar de eso, tenemos la suerte de seguir vivos. Pensar en esos episodios nos hace crear un after movie de nuestra experiencia en el 2018. esto es imposible sin agregarle el soundtrack perfecto que nos acompañó en este año.
Cada experiencia se vive con una canción o un disco de fondo, se siente frente a un escenario o una pantalla.