“Nunca he titubeado ante las cámaras, ¿sabes?, desde niño las he tenido enfrente. Pero estoy viendo a mi padre hablando de cosas profundas, que duelen, de enfermedades emocionales, de alcoholismo, drogas y tal; de cosas que destruyeron mi casa. Me resulta muy incómodo”. Jay de la Cueva habla así del momento que vive, al mirarse a sí mismo en pantalla grande gracias a Traidor, el filme que retrata su historia musical, su paso por varias de las bandas más importantes en la historia del rock nacional. “Me siento nervioso… a ver qué va a opinar la gente”, revela el músico.
El currículum vitae básico de Jay arranca como baterista al lado de su propio padre, Javier de la Cueva, continúa con Microchips y de ahí se sigue con nombres del tamaño de Molotov, Fobia, Víctimas del Dr. Cerebro, Titan y Moderatto, para llegar a un presente solista (recién estrenó álbum debut homónimo) en el que comparte tiempo con The Guapos. Javier Fernando de la Cueva Rosales creció con un pionero del rock and roll, escuchando y tocando clásicos de los Hooligans para después irse a la cima de las listas de hits, clamándole amor a uno de los integrantes de Menudo. Más tarde fundaría una de las bandas con mayor arrastre de la escena local y ayudaría a que una de las clásicas viviera su segundo aire. De “Más vale cholo” a “Rosa Venus” en un chasquido.

El músico sabe desempeñarse bajo reflectores, ya sea como multi instrumentista al lado de dos heterodoxos de los sintetizadores que latían con el mismo “Corazón“, o entre enmascarados esqueléticos de Cd. Neza; igual goza con colegas dandys multinacionales o esquivando llamaradas al frente de una banda de glam metal. La última, una de las pocas agrupaciones que no requiere ser presentada debido a los niveles de adoración y animadversión que provoca. “Ya lo venía venir“, certifica Jay en entrevista, avisando sin falsa modestia que pudo haber tocado cualquier género musical que se le atravesara, aunque el hecho de que en su estampa más popular luzca como rockero está lejos de molestarle; “el rock and roll, para mí, tiene que ver con un tema de actitud, de ideología, no tanto con un sonido en especial”.
Traidor es una crónica biográfica dirigida por Andy Caballero. “La primera vez que la vi, no me gustó nada. Originalmente era un documental, pero se fue convirtiendo en otra cosa”, comenta el protagonista de la obra, sentado en una sala de cine vacía de Av. Reforma donde el eco de su voz percute los muros. “Ha sido un ejercicio muy interesante éste, que alguien más sea quien cuente lo que me ha pasado. Me siento incómodo de que la gente me vaya a ver a las salas de cine porque es la primera vez que presento algo de lo cual no tengo el control, pero, bueno, ahora digo: esta historia la está contando él, Andy; no me gusta a mí, pero es su percepción, ante su lente, de cómo tomé ciertas decisiones. El título Traidor resuena conmigo, porque jamás he traicionado a mi motor, que es el arte. Cuando veo el adulto que soy hoy ahora y la música que estoy haciendo, descubro que he sido coherente”.

El periplo musical de Jay de la Cueva, según se ve en la obra de marras, no ha estado exento de dudas. El propio músico reafirma sus vacilaciones y las confronta con su ego. “Cuando tenía 17 años de edad me ilusionaba mucho entrar a Fobia, luego lo dudé porque todo mundo me hacía pensar que dejé Molotov cuando estaba a punto de hacer unos de los discos más exitosos de Latinoamérica. En su momento mi ego no me permitía decir que yo formé parte de ese éxito: soy autor, soy fundador, contribuí para que ¿Dónde jugarán las niñas? sea lo que es. Antes no lo decía, como que pensaba que era egocéntrico hacerlo. Tampoco mis compañeros ayudaban, no me daban bola, como que sólo era un rumor ese, que yo era de los fundadores de Molotov. Al final me fui con Fobia, me moví a hacer otras cosas sin traicionar mi corazón”. Pronto llegaría Moderatto, y con éste se removerían varias aguas en el mainstream local al tiempo que se reafirmaría la versatilidad de Jay, como él mismo comenta:
“Moderatto es el proyecto que más ha pateado el pesebre, es un manual de todo lo que un músico de rock no puede hacer, por ejemplo: colaboraciones con artistas pop, o crear concesiones con el mainstream. Es un juego. Y tengo sentimientos encontrados. Me gusta que los festivales tengan diversidad, pero el año pasado tuve la oportunidad de tocar con The Guapos en el Askena Rock Festival, un fest de rock purista, y me resultó muy bonito encontrar este amor hacia el género. No había distracciones, no se trataba de ir para tomarse fotos y ver a quién te encontrabas. O sea, yo decía que lo que más me gustaría era justo lo contrario: ver a Bad Bunny, a los Rolling Stones y Los Ángeles Azules en un mismo festival. Digo esto porque cualquier playlist de alguien joven es así; tiene urbano, regional y a Moderatto. Definirte con algo en especial es muy pesado, yo no quiero quitarme la posibilidad de experimentar y aprender de otros géneros. Aunque mi papá haya tocado con Chuck Berry y el legado del rock and roll estuviera siempre en casa”.

Con imágenes en escena así como detrás de ésta, impresiones de primera mano de gente que ha tocado con Jay, juegos escenográficos armados por Caballero e incluso correcciones en la narrativa por parte del mismo protagonista, Traidor concentra un momento especial para el multi instrumentista, “de mucho autoanálisis, de trabajar en la psique”, según él mismo advierte. “A uno le importa mucho lo que piensan los demás, por eso le agradezco a mi equipo su labor, porque esto se hubiera prestado a que el tema amarillista sobresaliera encima del Arte. Mi equipo ha cuidado mucho que eso no pase, que se hable de mi música, no de chismecillos. La ventana que abre Traidor me preocupaba porque deja la posibilidad de referirse a cosas personales, al mostrar a mi papá con un tema como el alcoholismo”.

De tal modo, el ex Moderatto se asume “curioso, con fe en el presente, viendo adónde me lleva esto, con amor y pasión”. No dubita al aceptar que en realidad le urgía “soltar”, deshacerse ciertas amarras tras mirarse en pantalla así, “emocionalmente tocado”. Bajo tales circunstancias, y considerando que en el futuro le gustaría contar su propia historia él mismo, se muestra abierto, “empático”. “Claro, Traidor es un trabajo autorizado por mí, aunque Andy no entreviste a gente cercana a mi persona, a mis amigos. De pronto en la pantalla se ve que entrevista a periodistas que yo no conozco; a Rulo o a Miguel Solís sí, pero hay un par más que no. Rulo era el primero que iba a ver a Moderatto y sale diciendo que éramos como el Adal Ramones de la música, para gente básica. Me parece muy fuerte eso, pero bueno, es lindo que haya libertad. Luego me pregunto: ¿te cae que voy a sacar algo así? ¿Van a ir al cine a verme mis amigos y mi familia? Uf, estoy nervioso”.

CDMX: Reforma 222 / Coapa / Universidad
Edo. De México: Mundo E
Guadalajara: Plaza Patria
Monterrey: Fiesta Anáhuac
Puebla: Plaza Dorada Puebla
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