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Iván García: “Los chavos ya no se avientan con su lira a rolar, sin lana, de a ride”

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Cuatro años le tomó al compositor Iván García pergeñar una nueva producción luego de Ciudad soledad. 30 canciones dan vida al recientemente aparecido Baladas tristes, 30 rolas que, dice el poblano, “se escribieron en estos cuatro años que estuve sin publicar” y que, si bien no se gestaron rápidamente, pasaron por un proceso de selección y una vez elegidas las finalistas, “de la mano de mi productor [Carlos Iván Carrillo], nos dimos a la tarea de grabar”.

En Baladas tristes, además de Iván García encontramos a Los Yonkis: Carlos Iván Carrillo (producción, guitarra, lapsteel, banjo, coros), Alberto Montes (batería), Ruy Velasco (arreglos de piano, órgano, sintetizador y koto) y Adolfunk Leiva (bongós y güiro). Hay, también, músicos invitados y colaboraciones especiales en la voz de Juana Castañeda, Paulino Monroy, Blues Marentez, Pascual Reyes, Saúl Fimbres, Chinoy y Niñovan.

Un día antes de la presentación oficial del álbum, charlamos telefónicamente con este compositor poblano acerca de la odisea de lanzar un puñado de canciones, suficientes para una placa doble en un momento en donde la mayoría de los músicos guarda cautela. Por si fuera poco, nuevamente yendo a contracorriente de lo marcado por la industria.

Iván, si bien no es un álbum conceptual, la mayoría de las canciones van por el lado de la tristeza. ¿Nació primero la idea o esta se generó posteriormente?

Estos años estuve muy clavado escuchando a cantautores del lado depresivo, por así decirlo. Hice una lista, de Tom Waits a Cat Stevens, pero también me llegó una fascinación por Agustín Lara, Álvaro Carrillo, Cuco Sánchez, y me di cuenta que la tristeza permea la obra de todos ellos. Esa influencia hizo que todas esas rolas se fueran por esa línea: nostálgica, melancólica, triste. 

El disco abre con “La cantaleta” y en una de sus frases mencionas que “a las bandas nuevas las patrocinan sus papás y que los viejos se creen leyendas”. ¿Se trata de una declaración de principios? 

No es un manifiesto, es una rola visceral, donde escupes cosas que quizás no son una verdad absoluta; pero me he dado cuenta de que aquí en mi ciudad, los chavos, los jóvenes, ya no se han aventado como en los viejos tiempos con su lira a andar rolando, sin lana, durmiendo en sillones, de a ride. Me he encontrado camaradas que a los 18 o 19 años ya andan en nave, llegan con guitarras Taylor o Martin a tocar, y se nota en las letras. Creo que eso es parte importante de mi queja, que cuando se está demasiado cómodo, el reflejo en la lírica está igual, comodísimo. 

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¿Para que una letra sea honesta, el sufrimiento es indispensable?

Por lo menos ser coherente con la vida, pasa con el recién fallecido Vargas Llosa, que cuando leí un texto que se llama Los cachorros, nunca me creí esa parte rocanrolera y rebelde de él y no porque sea un mal escritor, pero me parece que para que haya verosimilitud debe existir la vivencia. Era como Zola cuando se iba a las tabernas, lo tenía que vivir para después escribirlo.

Claro, y tú eres uno de sus alumnos avanzados.

(Risas) Digamos que le he raspado, hasta me he metido en problemas adrede para tener cosas que escribir.

A ver, cuéntame uno de esos problemas, si se puede…

Ya sabes, a uno que le gusta la fiesta. Luego te metes en desmadres sin que te llamen, líos de bares, tú lo sabes perfectamente.

Dices que somos igual de alcohólicos…

(Risas) Pues somos buscaproblemas, pero es parte de lo divertido de la vida.

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Tus letras, las referencias que utilizas y las palabras que empleas… me parece que en Iván García hay una persona mayor que convive con el Iván García más joven.

Siempre me han dicho, aparte de que me veo más viejo de lo que soy, que mi espíritu ha sido viejo. A mí me gusta esta fascinación de Agustín Lara, por ejemplo. Vivo en una zona, aquí en Puebla, el centro, donde cuenta la leyenda que Lara rolaba en un bar llamado El Gato Negro. Esos fantasmas, de las calles, de los objetos… me gustan los libros viejos, los vinilos, las guitarras viejas, es una fascinación que he absorbido sin obligación. Mi atmósfera es como avejentada, es un reflejo de todo eso.

Pensaría que eres un cantautor forjado en la literatura clásica.

Sí, uno de mis poetas favoritos, que ha sido muy maltratado por las instituciones, es Gustavo Adolfo Bécquer, tengo como ocho o nueve ediciones de Rimas y leyendas, me encanta y sí, es un poeta de la vieja escuela, quizás de allí viene ese gusto por los versos tradicionales, por la literatura de una época vieja.

¿Crees que tus textos podrían sobrevivir sin música?

Hago canciones y la canción es un primo lejano de la poesía y ya es un género literario, hasta Bob Dylan tiene el Nobel de Literatura, así que espero que la canción sobreviva independientemente de los poemas, pero que tenga un compadrazgo con la literatura universal y que se le siga tomando en serio, porque hay muchos cancionistas que no le hacen el honor al género.

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Hay diferentes colaboraciones en Baladas tristes y la primera de ellas es con Juana Castañeda, ¿qué papel juega la mujer en tu producción? No es la primera vez que aparecen mujeres, logras armonizar muy bien con ellas.

Les tengo mucha admiración a las morras que hacen rolas por el simple hecho de enfrentarse al mundo, que ya es un pedo… para mí, las morras que hacen rolas están muy cabronas, en un medio tan machista como la música, tan difícil y donde hay tantos excesos, que anden solas, con su lira, de arriba a abajo, me parece un acto heroico y es algo que quise reflejar de una pequeña forma invitando a mis carnalas que son cancionistas y que he conocido en bares y en pequeños foros underground. He invitado a Juana y a Samantha Blues Marentez, quienes además son cancionistas que vienen de este lado del rock; la contraparte a esta canción de autor más trovera. Aparte cantan hermoso las dos.

Y en cuanto a las otras colaboraciones: Paulino Monroy, Pascual Reyes…  la rola que hiciste con Paulino Monroy me parece buenísima, no sé qué le dijiste porque no es sencillo que alguien cante tus letras, sobre todo si también es otro cantautor.

Paulino es un caso muy extraño porque es un cantautor que tocó las mieles casi de la fama, pero es un pop demasiado fino, elegante, muy bien hecho y somos grandes amigos y siempre habíamos postergado la colaboración. Esta vez se dio naturalmente y cuando me mandó su versión me enchinó la piel. Fimbres [Saúl] es mi carnal del folk, es natural que iba a estar allí, es una colaboración evidente; con el maestro Pascual, que aparte de ser maestro es un tipazo, hay otra parte de mi obra que es más oscura, en algún momento relacionada con Javier Corcobado y es evidente que de allí viene San Pascualito Rey y me pareció impresionante que hace años él publicara una de mis rolas,  la compartiera y aconsejara a la banda que la escuchara cuando no habíamos tenido contacto. Que él, que ya es un emblema del rock nacional, tenga todavía interés por escuchar nuevas propuestas me parece chingonsísimo y se dio la oportunidad de esta colaboración muy influenciada por SPR.

Un detalle que me llama la atención de la producción, es que en las canciones con invitados las voces no están sincronizadas, ¿por qué esa decisión?

Una cosa que les dije es que quería que fueran colaboraciones como tal, que se aventaran toda la rola con sus aportaciones melódicas, para mí eso era importante, que pudieran transformar la rola, que fuera muy natural, como si estuviéramos en la sala de mi casa echando trago, con la guitarra, y se dio. Es el caso del maestro Chinoy, hay una versión similar a como yo la cantaba y no tenía su esencia. El disco es muy íntimo, no hay batacas golpeadísimas, hay mucha guitarra acústica.

Es una forma de hacer música que a ti te sienta muy bien, no un rock violento, sino más mesurado, reposado.

Sí, aparte porque me las tomo frías, mi voz ha bajado de registro (risas). Disfruté eso, que pueda cantar con comodidad, que no me esté peleando con mis capacidades físicas, que estoy narrando sin sobresaltar al escucha.  Hay líneas muy claras en mi obra, el folk, esta parte sonora del sur de los Estados Unidos. Lo que escucho a diario es eso, mis mix de folk donde sale Nick Drake, Tom Waits, Simon & Garfunkel, todos esos íconos de la canción. En los últimos cuatro discos están esos sonidos, esas estéticas.

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Hay un par de tracks aquí en donde experimentas con el regional mexicano, ¿qué te llevó a tomar esta decisión?

Uno es que me gusta la música que hacen estos camaradas, se me hace muy chingón que haya regresado la música de guitarra a la radio; aquí pasa lo mismo que con muchas músicas en donde me vuelvo quisquilloso con la lírica, pero hay muchas que tienen buena propuesta. Me gusta el poder que tiene esa música. Nunca me he encontrado con un grupo de regional en el centro de Puebla y quería ver qué pasaba con un regional poblano y ahí está, ha gustado. Estoy impresionado con la recepción, es un disco muy largo y la verdad creí que la gente a la décima rola iba a claudicar. En algún momento a mí me pasó con El salmón de Calamaro, que lo iba oyendo a pedacitos. Por lo menos mis seguidores lo han escuchado todo e incluso me han aplaudido unas rolas que pensé iban a pasar desapercibidas y les han gustado. 

Hay una rola tuya que me gusta, siempre olvido el título pero tiene esta frase: “Entre Dios y el Diablo juegan un juego de ajedrez”. En una circunstancia donde Dios no usara túnica blanca y el Diablo no tuviera tridente y ambos vistieran traje, ¿cómo reconocerías el bien y el mal?

Eso me parece lo bonito de esa imagen. A veces es casi imperceptible o la moral nos ha hecho creer que hay cosas malas que no son malas y viceversa. Tal vez lo distinguiría por el color que eligieran de las piezas, aunque también nos han metido en la cabeza que lo negro es el mal y lo blanco lo bueno, podría ser que lo relacionara de esa manera.

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Hay alguna de estas canciones a la que le tengas más cariño.

Hay muchas que quiero, nos costó trabajo ese intento de rola tumbada porque es una balada, grabé las guitarras, las grabé todas. Musicalmente nos costó más, pero hay una que es “Hey bro” que no he podido cantar. Me quiebra, me rompe en un sentido personal. Hay distintos grados de dificultades; personales, técnicas, musicales. 

¿Cómo convives con las canciones que se van quedando, cuántas se pierden?

Quedan muchas rolas en el camino, de toda la vida siempre hay unas que se quedan, se pierden, por allí deben estar grabadas en un celular y hay otras que las guardas para el momento indicado. Tengo muchas ganas de esto que decías de las morras, de dar estas rolas que le quedan a una morra, tal vez podría ser por ahí, para que no se pierdan.

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David Cortés

David Cortés

Escritor, periodista, melómano, escucha insaciable de rock mexicano y del mundo. Tiene la sospecha de que detrás de una buena canción, libro o película, siempre hay una historia de amor.

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