No hay que olvidar que existe la figura del observador participante, muy utilizada especialmente en sociología, a la hora de escuchar Cry Sugar, el tercer álbum de Ross Birchard, el hombre que encarna al personaje de Hudson Mohawke, y al que le encanta disertar sobre la sociedad o más bien dicho, los núcleos sociales de Los Ángeles, ciudad en la que ahora reside.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
El regreso de Hudson Mohawke tras de siete años sin editar un álbum es una obra que él resume que trata acerca de la decadencia americana y la quintaesencia del capitalismo tardío. El hombre está en medio de ese mundo y lo plasma en una obra, que como el resto de su trabajo, se alimenta del cut & paste y el collage sonoro -algo en lo que es un experto-.
De mi parte, celebro que Cry Sugar (Warp Records, 2022) sea un álbum en todo regla; se extiende a lo largo de 19 cortes y una hora y dos minutos de duración -¡algo larguísimo para estos tiempos!-. Y dada su naturaleza, el productor escocés hizo bien en presentarla con un megamix fragmentario.
Habrá que escuchar a detalle “Loney Days” -el décimo track- para evidenciar como es que puede rondar el ámbito de la música clásica y llevarlo hasta su terreno, repleto de electrónica maximalista y hip-hop mutante (no en vano años atrás Kanye estaba fascinado con él y lo invitó a colaborar).
Cry Sugar busca la majestuosidad, es grandilocuente en su producción y más bien debería ser entendido como una integral y magna obra afterpop, es decir, mezcla todo tipo de elementos culturales sin distingos de su procedencia y los lleva hasta una nueva naturaleza.
Hudson Mohawke comunicó a los medios que su intención era poner la banda sonora: “al crepúsculo de nuestro colapso cultural, convirtiendo la decadencia estadounidense en un escenario para que prospere su música, en el que la cabina del DJ se convierte en el podio de un compositor que dirige el tenso drama entre el libertinaje y el Apocalipsis”.
Suena complejo, pero al dejarlo correr funciona muy bien… mucha electrónica chispeante, gospel, voces procesadas, bajos gordísimos y un atasque de referencias a la cultura de masas (desde la misma portada). Cry Sugar es un disco profuso, pero Hudson Mohawke es así y una vez más ha conseguido interpretar musicalmente al mundo que lo rodea; él así lo entiende y le sobran argumentos y evidencias que le dan respaldo.
¡Una experiencia completamente alucinante!
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