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Heavy Feather, rock pesado sueco que homenajea los 60 y 70

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Ambulante 2024

Heavy Feather no es una banda de metal, pero toca Rock Pesado, mezclado con psicodelia, toques de rock sureño, blues y mucho estilo. Hay muchos pasajes que parecen sacados de bandas clásicas de los 60 y 70, con una voz que recuerda a las legendaria Grace Slick y Janis Joplin, con momentos musicales que podrían quedarle bien a ZZ Top, otros a Black Sabbath o Kiss o Cream e incluso algunos estilo Lynrd Skynrd. Y si nada de eso suena coherente, lógico o real, es menester recordar en todo momento que en la música todo se vale y lo que se juzga es el resultado, no el contexto.

Los suecos debutaron discográficamente en 2019 con Débris and Rubble, un disco que logró la atención de los críticos y las audiencias, necesitados tal vez de una banda que no muera de falta de identidad al pretender hacer cosas tan modernas, que nomás no cuadran. Es decir, se trata de una banda que retoma elementos clásicos en los 60 y 70 para ponerlos sobre la mesa en el Siglo XXI. Y el resultado es asombroso.

Definitivamente no es música para fans de Slayer o Borknagar, pero será una banda interesante para quienes tienen entre su colección a las bandas mencionadas y que las entienden, por lo menos a algunas de ellas, como parte de los ingredientes que cayeron en el crisol del cual surgió el metal. Por eso la definición de Rock Pesado, lo que la generación que hoy anda entre los 55 y 65 años también llamaba “rock pacheco”.

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Si se analiza un poco, el nombre de la banda es indicativo de por donde va su rollo. El “heavy” en el nombre hace referencia a la distorsión en la guitarra, el sustento en la idea de los riffs –“Rubble and Débris”, la canción, es un súper homenaje al sonido primigenio de Deep Purple– y lo contundente -aunque al mismo tiempo muy rítmico- de la pareja bajo-batería, mientras que “feather”, que significa pluma, podría describir la onda psicodélica, aventurera y medio hippie de la música.

Es sin duda una gran banda si se tiene el gusto por el sonido de esas décadas primigenias en el rock duro. Hay pasajes en la batería por ejemplo que recuerdan a “BonzoBonham, Ian Paice y Bill Ward, pero hay otros que cabrían sin problema en bandas de progre setentero. Finalmente, la portada del disco debería ser también un indicador de por donde va el sonido, con una foto en sepia que muestra a cuatro hippies con cara de viaje en ácido. Según la formación musical de cada quien, ¡altamente recomendable!

Auditorio BB