Los que fueron al concierto de Toro y Moi el jueves pasado, quién sabe de dónde sacaron fuerza para levantarse al día siguiente. Aquello era un hervidero de baile; una fiesta ambientada por un viejo amigo cuya carrera está en ascenso.
Chaz no tuvo necesidad alguna de dirigirle palabras al público para establecer una conexión, desde el principio lo hizo con las atmósferas que sus canciones ofrecen. Mirage, de Boo Boo inauguró la noche y un Auditorio Blackberry repleto empezó a vibrar.
Pero no se atrevía a subir del todo el ritmo y la velocidad, la noche apenas empezaba. Ordinary Pleasure de su nueva placa fue bienvenida con entusiasmo y las luces del lugar lo pintaban todo con un tenue color púrpura.




Cuando platicamos semanas antes de esta presentación, me comentó que iba a concentrarse en ofrecer los sonidos más bailables. Llevó consigo sus canciones más bailables y entablar un diálogo con el cuerpo de sus fans.
Lamentablemente no todos se prestaron al concierto ni entraron con la intención de bailar como era obligado. Por el contrario, se la pasaron hablando y armando un plan para el siguiente fin de semana; se sacaron fotos para presumir y ya.
Una veintena de canciones fueron suficientes para que la espera por el regreso de Toro y Moi valiera la pena. Hizo un repaso por las canciones más sabrosas y consagró a sus nuevas creaciones a ser bailadas en años venideros.
Las nuevas canciones fueron pensadas plenamente para ser interpretadas en vivo. Y la experiencia de escuchar el Outer Peace (2019) sólo está completa cuando se le ve en vivo.



