Hoy más que nunca el museo ya no puede ser lo que era; ha venido redefiniendo su concepto y ya no puede depender de un espacio físico. Así se entendía incluso antes de la Pandemia. Es por ello que un par de artistas plásticos โMiguel Ledezma y Rubén Gilโ decidieron ironizar acerca del fallido proyecto del Museo de Arte Contemporáneo de Hidalgo, cuyo pachuqueño edificio terminó siendo parte del Salón de la fama del Futbol.
Convertidas sus instalaciones originales en un centro interactivo, los dos artistas decidieron crear un proyecto colaborativo, que se vuelca en un museo nómada que carece de forma y lugar permanente. Han llevado a cabo acciones in-situ, pero también tienen un sitio web en el que presentan exposiciones temporales.
A finales de septiembre se inauguró Y luego vuelve al revés, exposición virtual de Eric Valencia, quien me invitó a escribirle el texto para la sala virtual y del que les comparto un fragmento. La exposición estará disponible hasta diciembre para ser visitada en línea.
Y luego vuelve al revés
(fragmento)
“Toda sensación es una pregunta,
aún cuando sólo el silencio responda”
Gilles Deleuze
Existe un pasaje en el que se narra la fascinación de Leonardo Da Vinci ante un inesperado hallazgo en una pared; el artista y hombre de ciencia florentino hace un lento seguimiento con la punta de uno de sus dedos sobre unas manchas de humedad en un viejo muro descascarado y desvela que se trata de “una quimera de fauces abiertas” -tal aseveración es correcta-.
Tal recreación pertenece a la novela El romance de Leonardo Da Vinci, que data de 1900, y fue escrita por el simbolista ruso Dimitri Merezhkovski. No se trata en modo alguno de un episodio menor, pues este “pequeño” ejercicio es de gran trascendencia por lo que implica en cuanto al funcionamiento de la mente humana, así como también al surgimiento y desarrollo del fenómeno estético-plástico.
Podemos trazar una conexión que parte de Da Vinci, salta a Merezhkovski y toca al final a la obra de Eric Valencia, pero no sin antes pasar por dos figuras cruciales en el estudio e intento de comprensión de la psique humana; tanto Sigmund Freud como Hermann Rorschach se pronunciaron muy influidos por la novela y subrayaron ese desplante libertario de Leonardo para identificar a una de las fuentes del arte.
Y es que resulta fundamental establecer varias asociaciones posibles para acercarse al trabajo del hidalguense; el visitante que dé rienda suelta a su mente encontrará que las dos piezas de la serie Paralampasa nos remiten al famoso Test o prueba de Rorschach, publicado por vez primera en 1921, y que se convirtió en el resto del siglo XX en toda una referencia de la psicología para evaluar la personalidad. Lo que no deja de ser curioso, pues aunque aparentan ser simétricas, en realidad no lo son, debido a las variaciones que la elaboración manual trae consigo, es decir, el juego de espejos se torna en espejismo y el espectador aporta su propio bagaje. Es así que esa exuberancia de color que colma a quien mira a este par de piezas podría semejarse a lo que ocurre ante los enormes paneles pictóricos de los Nenúfares de Monet.
Pero algo a destacar en la serie de personajes ya mencionados, es que todos y cada uno de ellos nos remiten al ejercicio del pensamiento y su interpretación; una práctica muy presente en el modo en que trabaja Eric Valencia (Tulancingo, Hgo; 1981). A lo largo de los años de seguimiento a su producción he entendido la importancia que le otorga a pensar -casi obsesivamente- en el surgimiento de cada pieza y acerca del propio proceso que llevara a cabo; esa reflexión previa está al mismo nivel de importancia que la factura.
(El texto completo y la exposición están disponibles en la sala 1 de www.machmuseo.com)