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Entrevista con Francesca Dalla Benetta (pt.1 de 2)

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Ambulante 2024

TXT :: Uili Damage | FOT: Francesca Dalla Benetta

Este sábado 17 de diciembre, desde las 6 pm, la escultora italiana afincada en CDMX, Francesca Dalla Benetta, abre por primera ocasión al público su estudio, presentando en exhibición y venta una gran variedad de piezas de escultura, grabado, dijes y acuarelas, en un ambiente cómodo y fraternal donde poder charlar, bailar y compartir algunos cocteles de cortesía.

francesca dalla benetta

El cálido espacio de trabajo de la artista, ubicado en Marcos Carrillo 296 depto 5, Viaducto Piedad -entre Coruña y Viaducto, cerca de Metro Viaducto Línea 2-, cierra el año de actividades de Francesca, tras una exhibición colectiva a inicios de mes en la cual se subastó una de sus piezas, misma que presentó al lado de artistas como Leonora Carrington, Rufino Tamayo, Alice Rahon, Jesús Urbieta, Sebastián, Jorge Marín, Rocío Caballero, Marco Arce, Agustín Castro López y Jazzamoart, entre otros.

francesca dalla benetta

Esta subasta se realizó apoyando una noble causa y aún sigue en exhibición con el apoyo de Art Cage Condesa y Galeria Oscar Roman, las cuales colaboran a beneficio de dos organizaciones sin fines de lucro: Aid for Aids y Responsable en Mente A.C., ambas comprometidas en la prevención de la trasmisión del virus del VIH. Previamente a esta exhibición, sostuvimos una interesante charla con Dalla Benetta, misma que dividimos en dos partes para compartirte aquí:

¿Qué estás preparando ahorita?

Estoy haciendo una colección nueva. Estoy haciendo cerámica desde hace como tres meses, muchas caras; estoy trabajando con cráneos que le compro a un taxidermista, estoy preparando una colección mixta para el año que viene. Este año estoy en exposiciones colectivas. La próxima se va a llamar Realidades paralelas: la felicidad y la locura, y el tema sigue al rededor de la identidad personal, pero viéndola desde el punto de vista de cómo las emociones afectan los pensamientos y viceversa y cómo hay muchísimas variaciones en el transcurso de un día, una semana, un mes, de cómo uno se siente, cómo piensa y como varía su “emocionalidad”. Cómo todos tenemos un nivel de esquizofrenia y podemos cambiar muy repentinamente; cómo a veces los controlamos y a veces no, quién es cuerdo y quién no.

¿De dónde viene este concepto?

Cuando era más joven yo tenía cambios emocionales muy fuertes. Mi familia me llevó con un siquiatra y me dijeron que era bipolar. Me la creí y me sentí muy mal. Y quién sabe si eso es cierto, porque ahora soy mucho más capaz de controlar mis emociones y advierto cambios dentro de mi, pero platicando con la gente me doy cuenta que es así con la mayoría. Entonces, ¿he tenido una enfermedad que se curó? No sé. Me medicaron por un tiempo por que mi mamá quería, pero después fingí seguir tomándolo por que te altera muchísimo el físico: yo estaba muy mareada, no lograba medir las distancias, tenía mucho sueño, me sentía peor y decidí dejarlos porque creí que podía lidiar mejor con estar triste o deprimida que con no funcionar en la vida como ser humano. Cuando todavía existían los manicomios en Italia, mi papá me contaba de una tía que estaba internada que amenazaba con matar a la enfermera con un cuchillo porque según ella, siempre le daba las naranjas más chiquitas y la discriminaba… siempre me ha interesado el argumento de la locura junto con todo lo que hace la transformación del ser humano y la percepción de ti mismo. Cómo te puede etiquetar alguien a nivel médico; me interesa la parte íntima, cómo se siente cada persona. Entonces, hacer una transposición escultórica de este tema y a nivel técnico, cómo se mezclan las anatomías usando distintos materiales. Desde el año pasado ya utilizo técnicas mixtas, en vez de sólo fibra de vidrio o epóxica, para una pieza, empecé a integrar partes de madera, ahorita cerámica.

Justo la cerámica se me hace un material muy emblemático del proceso que estoy pasando, en el sentido de que es un material totalmente natural, se recicla, no hay deshechos; es como un símbolo de la personalidad del ser humano. Nunca descartas nada, uno cree olvidar pero todos los pensamientos que has tenido están dentro. Son parte de ti.

¿Cómo funciona esto?

El proceso empieza con determinados polvos que mezclas con agua para hacer una masa. Esta la moldeas y luego la horneas. Aquí puede romperse y es como cuando estás pasando por una experiencia de vida muy fuerte. Podemos pasar a través y transformarnos en una pieza sólida de cerámica o podemos quebrarnos. Yo le tenía un montón de miedo porque aunque domines alguna técnica, al pasar a otra puedes equivocarte terriblemente; ahorita estoy empezando de cero, tratando de entender los procesos creativos. Y sí domino la parte plástica, pero para mí es “ponerme completamente en discusión”, otra vez como alumna. Finalmente las circunstancias se presentan de forma que me dicen “definitivamente, tienes que probar”. Mi maestro tomó un curso conmigo de otra cosa y ahí me ofreció clases.

Después está la parte de la coloración. Se trata de procesos químicos que no controlas: puedes quemarlo, que se te desvanezca y perderlo por completo o puede quedar muy brillante a diferencia del óleo o la acrílica. En cerámica pintas con tinta que haces con polvos a base de agua. Minerales. Mojas la pieza y la horneas y después de eso es cuando ves el color real. La obra es un experimento en sí, porque estoy conociendo el medio. En este sentido la cerámica es un maestro de vida para mí por que soy una persona muy controladora. Cuando no puedo controlar una situación me “paniqueo” y tengo que aprender a dejar fluir más las cosas. Cuando una pieza se rompe o no me queda como la pensé me frustra pero tengo que aceptarlo. La fibra de vidrio es más controlable y con los años he aprendido a controlarla. Si se me rompe una pieza, puedo repararla al grado de que nadie sepa que está reparada; ni siquiera es algo que importe mencionar; es parte de el proceso. La cerámica es otra cosa. No hay manera de repararla y puede romperse desde el horneado. Es como ir al casino. Hay mucho de suerte. Y además es una técnica a la que no le importa cuánta experiencia tengas. Yo veo maestros que tienen mucho tiempo haciendo esto y siguen con el temor de que se rompa una pieza, de que se pierda el color, etc. Hay muchos factores no controlables. La parte plástica es la misma, hacer las formas. La parte técnica es la que cambia.

francesca dalla benetta

¿Qué es lo que está dando como fruto?

La colección es un gran experimento. Yo utilizo mucho los proyectos artísticos para resolver cosas de mi vida. El anterior, Identidad transitoria, trató de italianos que residen en México. Yo estaba en una crisis personal donde no sabía si podía quedarme aquí, si lo iba a intentar; tenía ganas de regresarme, pero no sabía bajo qué condiciones… No busco una solución práctica, sino que elaboro un proyecto de arte que me quite el miedo, que me quite la duda; estaba pasando por un divorcio, pensando si quedarme o no, no tenía claro en qué consistía mi vida aquí y empecé a entrevistar cincuenta a sesenta personas italianas que estaban residiendo aquí: desde personas que llegaron de chicos con las primeras migraciones y llevan 50 años aquí, hasta gente que está de vacaciones y llevan dos semanas y están muy eufóricos por que “todo es muy colorido, y la gente grita mucho y venden cosas en la calle… ”. A través de su percepción empecé a encontrar patrones entre ellos y conmigo. El resultado fue un aliviane para mí y decidí quedarme. Esto fue hace dos años y medio que empecé. La colección la terminé a fines de 2014 y se exhibió en la Fundación Sebastián. Así funciono. Puede ser a través de una situación así de extrema o simplemente reflexiones y vivencias. La reflexión desemboca siempre en un proyecto; yo uso el proyecto para encontrar respuesta a mis dudas. Hasta aquí es algo muy personal -yo y mi obra-. Pero lo que he visto es que cuando presento las colecciones al público y platico con él sobre todos estos procesos creativos, del lado técnico, el conceptual, el camino que me lleva desde la primera reflexión hasta la última creación de la obra, sirve como espejo entonces para el público, en el que pueden reflejar sus propias historias. Mi historia se va desapareciendo y puede o no contarse al público. La obra se convierte en una antena que cataliza las emociones con la que la gente empieza a entender cosas de sí misma. La obra cierra un círculo y cumple una función más universal.

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