El escritor catalán Enrique Vila-Matas se aferra a sus obsesiones librescas, pero ahora acelera a fondo con una novela que tiene acento en la ciencia-ficción. Esta vez ha creado a Vidal Escabia, una especie de replicante, de la clase Denver-7, que tiene la particularidad de que puede no sólo enamorarse, sino también procrear y padecer un carcinoma.
¿Porqué concebir a un androide “tan humano, demasiado humano”? Al entender al maremagnum de medios que se vuelca ante la aparición de Canón de cámara oscura, Vila-Matas ha dicho que un objetivo de la literatura es amplificar la realidad⦠y eso es lo que ha logrado con la suficiencia y sagacidad escritural que le caracteriza.
Vidal -el Denver 7- fue comprado por un escritor de prosapia para que fuera una especie de asistente-secretario; su patrón ha muerto y su “heredero” crea una ilógica biblioteca secreta y oscura que conformará un canon excéntrico para el porvenir.
Con Vila-Matas todo es literatura⦠el mundo, la vida, los sentimientos⦠todo; es por ello que en la novela nos topamos con frases como la siguiente: “No sé, pero si a veces recurro a las citas y a las obsesiones de tantos grandes autores es buscando la posibilidad –demencial por supuesto, porque no parece a mi alcance- de que la gran literatura no acabe en nada, no acabe tan pronto como parece que tantos vienen presagiando”.

El replicante Vidal ahora es viudo -su mujer se arrojó desde la altura-, su hija está a punto de regresar a vivir con él, mientras en una fiesta se entera de que es posible que exista una persecución de androides con el fin de eliminarlos⦠no cuesta pensar que una de sus tantas citas le aplica perfecto a la novela: “Y en seguida pienso en Sergio Chejfec, que decía que el orden de lo simultáneo es insondable”.
En esa Barcelona en la que conviven humanos y androides suenan Billie Eilish, The Rollling Stones y Cigarettes After Sex⦠¿Acaso Enrique Vila-Matas se ha puesto un poco retro-futurista? Tal vez, pero sigue aferrado a los principios esenciales que lo mueven desde hace muchos años: “Y todo para concluir que escribir siempre ha sido tratar de escribir lo que escribiríamos si escribiésemos, aunque no escribamos…”
Y todavía podríamos ir más allá en sus ambiciones: “Mi deseo de que un día escribir y respirar no sean ritmos diferentes”.
Vida y literatura, literatura y vida⦠fundidas; el Vila-Matas de siempre, pero potenciado⦠amplificado. He aquí una gran habilidad narrativa que le permite transitar entre géneros con soltura, para así dar especial énfasis a lo que aporta el ensayo: “Prefiero a los que, como Francisco Jarauta, nos dicen que frente a las tesis del clasicismo sobre la unidad de la cultura, y de la civilización, lo que nos queda a nosotros es el fragmento, que se multiplica; el fragmento que actúa como revulsivo contra toda postitivización de los lenguajes artísticos, cuando lo más importantes es que muestren su tensión, su versión del naufragio de cualquier discurso totalizador”.
En Canon de cámara oscura hay un intenso desfile de libros y autores⦠y un replicante con ánimo de crítico literario que se va planteando una gran cantidad de interrogantes.
Una vez más, Vila-Matas ofrece un elogio de la propia literatura transitando en su interior con total libertad; es así que podemos quedarnos con pasajes que resultan tan memorables como el siguiente: “…hubiera querido hablar de aquel día en París cuando, junto con Francisco Casavella y José Luis Guerín, vieron pasar, delante de la terraza de un bar, a Leopoldo María Panero, que, provisto de clavos y martillos, iba colgando en los árboles del Barrio Latino una cuartilla escrita a máquina, un posible panfleto. Se acercó Guerín al árbol más cercano a la terraza y leyó este titular:
FRANCESES: DESCONFIAD DE LACAN”.
También te puede interesar: Cabaret de Galaxias #57: estos últimos días… allá donde esté el cielo