El Clan está de regreso. ¿Alguna vez se fue? Integrado por Gustavo Pérez (voz), Germán Quintero (batería), Jaime Chávez (guitarra), Gerardo García (teclados, bajo) y Paco Vives (bajo), el grupo hace llegar Somos nuestro peor miedo, su placa más reciente (sexta en estudio, décima en su discografía), suficiente pretexto para hablar con el guitarrista, también uno de los fundadores de la banda.
TXT:: David Cortés / FOT:: Salvador Casares Bonastre
Han pasado siete años desde Caronte,¿qué sucedió con la banda este tiempo?
Ha ocurrido demasiado. Desde 2012, con el regreso de Gustavo, no hemos dejado de trabajar. Estos últimos casi diez años han sido la etapa más productiva en nuestra historia. Con el lanzamiento de Caronte en 2014, se nos abrieron la puertas para ir por primera vez de gira a Estados Unidos (California y Chicago). Aquí, en la Ciudad de México, tuvimos la oportunidad de pisar escenarios importantes como el Lunario y el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, entre otros.
En 2017 lanzamos Entidad mutante-9132 días, una recopilación de los temas más emblemáticos de la banda. Y en 2019 reeditamos en vinil nuestro primer disco, Sin sentir, el cual llegó acompañado de un gran videoclip, una versión reimaginada del tema que le da título. El 2020 nos cambió el panorama. Dentro de todo el caos generado por el virus, lo rescatable fue que pudimos componer un nuevo disco, el cual nos permitirá celebrar de alguna manera nuestro 30 aniversario. Así se gestó Somos nuestro peor miedo, totalmente en medio de una pandemia global.
¿Qué hay detrás del título?
El hombre es depredador del hombre y como especie somos un caos. Egocéntricos, no hemos sabido convivir con la naturaleza, con el planeta, incluso con el universo. De esa complejidad surge el nombre de este nuevo disco.
Qué rasgos se han acentuado en este disco en comparación con el anterior. En Somos nuestro peor miedo no hay canciones en inglés, ¿por qué?
La experimentación musical cada vez nos gusta más y seguimos en la búsqueda de no repetir lo que hemos hecho en nuestros discos anteriores. Desde que iniciamos con la composición de Somos nuestro peor miedo, teníamos muy claras tres premisas: que cada canción tuviera personalidad propia; contar historias a través de las letras; y, lo más importante, que nos gustara interpretarlas. En cuanto al idioma, fue casualidad. Siete de las ocho letras de las canciones son mías y una es de Gustavo. Yo siempre escribo en español y esta vez Gustavo también así lo decidió. Fue algo natural, no planeado.
En “Cielos apocalípticos” la fuerza de la banda no se desencadena súbitamente, se despliega con cierta lentitud, lo que es una constante en varias piezas del disco, ¿a qué se debe esto?
“Cielos apocalípticos” es nuestra mayor aproximación hacia el rock progresivo. Es un gran viaje sónico, como lo comentas va de menos a más, poco a poco va incrementando la intensidad a través de sus pasajes sonoros hasta terminar en una completa catarsis. Nos gusta que las canciones se vayan desarrollando conforme se cuenta la historia. La música y la letra se fusionan y crean atmósferas, esto nos permite experimentar con cambios de ritmo, tonalidad y armonía. Un ejemplo de ello son “Distópica” y “El loco del cigarro”.
¿Los temas se compusieron en su totalidad previamente o se trabajaron también en el estudio?
Primero se trabajó a distancia, un tanto obligados por la pandemia y además porque Gustavo vive en Las Vegas. El resto de la banda radica aquí, en CDMX, y cuando el semáforo lo permitía, nos reuníamos para dar continuidad al trabajo de composición. Grabábamos maquetas con las ideas que surgían y las intercambiábamos por mensajería electrónica. Así se fueron definiendo las estructuras de las canciones y los arreglos de la voz. La última parte de la pre producción del disco nos fuimos a una cabaña a las afueras de la ciudad, donde trabajamos un fin de semana completo junto con el productor (Paco Vives), en los arreglos finales de las canciones. De ahí salimos listos para grabar. Fueron pocos los ajustes que se hicieron en el estudio.
El Clan es una banda veterana, que abrió brecha; después de más de un cuarto de siglo, ¿qué los motiva a seguir?
Aunque suene trillada la frase, es por puro amor al arte. El público también juega un papel importante, es un gran motivador. Pasan los años y seguimos contando con su apoyo, son testigos pacientes y obstinados en seguir el paso de la entidad mutante. Siempre he pensado que El Clan es un proyecto que aún tiene mucho que dar. A pesar de todos los cambios, la banda tiene una inercia natural para mantenerse viva y seguir haciendo música. Hemos desarrollado una tremenda habilidad para adaptarnos a las circunstancias, de ahí que seamos una entidad mutante. Si no nos adaptamos, nos extinguimos.
¿Estás a gusto con el desarrollo de la escena actual, es lo que soñaste un día, cuando comenzaron?
Siempre he sido muy observador de la escena y, definitivamente, no es lo que soñé. Sin embargo, el sueño del rock star terminó junto con el siglo pasado y a partir de ahí inicié un camino como músico independiente. Después de todos estos años, sigo convencido de que todavía es necesario consolidar y fortalecer una escena musical independiente en México, mucho más profesional y con mayor infraestructura. Ahí está el reto.
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