Es innegable el buen momento por el que están pasando géneros como el shoegaze y el dream pop, los cuales viven una tercera ola desde que aparecieron, hace más de treinta años. El sello de Brooklyn Captured Tracks ha sido responsable en gran medida de esto, a través una curaduría de bandas que han brindado una frescura a la escena independiente a nivel global. Entre las propuestas del sello neoyorkino se encuentra DIIV, quienes se presentaron el pasado 22 de abril en el Foro Indie Rocks! de la Ciudad de México.
TXT:: Jacobo Vázquez / FOT:: Erika de la Rosa
Los encargados de abrir el concierto fueron los mexicanos de No Somos Marineros, quienes lograron sintonizar con una audiencia bastante receptiva a su actuación. Su estilo con reminiscencias noventeras y pinceladas shoegaze, combinadas con una ejecución sólida, lograron crear momentos interesantes durante su actuación; sin embargo les falta desarrollar un trabajo melódico más contundente, memorable. Un aspecto recurrente en la nueva escena de bandas mexicanas, como Diles que no me Maten o Los Cogelones.
A diferencia de su concierto en el Corona Capital del 2015, donde DIIV se presentó con una alineación de cinco integrantes, para su cita en el Foro Indie Rocks! apareció un cuarteto. Los de Brooklyn empezaron su presentación con “For the guilty”, parte de su tercer disco, Deceiver, y del cual se desprende esta gira. Aunque fue con “Under the sun”, tercer turno de la noche y sencillo de su segundo álbum, Is the is are, que el grupo liderado por Zachary Cole Smith impondría sus condiciones gracias a un despliegue de texturas melódicas con distorsiones controladas. Esa capacidad para crear melodías con guitarras haría que el público coreara aquellos pasajes como si poseyeran letra.
Gran parte de setlist estuvo integrado por canciones de su álbum debut, el celebrado Oshin (2012) que está cumpliendo diez años y que sigue siendo un referente con sus tintes kraut y shoegaze, pero con altas dosis de pop melódico. Temas como “Druun” “Past lives” y “Human”, protagonizados por un kinestésico Andrew Bailey, quien emocionaba a los asistentes con sus malabares y sus poses de yoga, nos hicieron olvidar lo austero del escenario. Hacia el final de la primera parte del concierto se percibió un descenso de revoluciones con “Taker” “Horsehead” y Blankenship”, cuya propuesta luce introspectiva, menos luminosa.
En contraste, la noche terminó trepidante. “Earthboy”, “Sometime” y “Doused”. Una triada que arrasó con los espectadores. Cual ola de mar llena de poder melódico y psicodelia. Así que bien valió la pena la espera para volver a ver a esta banda por escenarios mexicanos. Esperemos que los DIIV vuelvan pronto.