Dave McKean es un artista quien ha sabido hacer del cómic un auténtico receptáculo para las ensoñaciones más afiebradas e inquietantes.
Nacido en el año de 1963, la técnica de este visionario resulta única e inconfundible, misma situación que lo transforma en el ilustrador más notable dentro del mundo de las viñetas.
Lejos de regirse bajo los mecanismos estilísiticos clásicos del noveno arte, Dave se ha dado a la tarea de cultivar una estética plenamente ecléctica en la que múltiples técnicas y formatos se conjuntan para dar como resultado un notable crisol de potencias visuales.
La carrera de este magnífico artista quedaría ligara de forma temprana a Neil Gaiman, mítico escritor con el que colaboraría en trabajos como ‘Violent Cases’ (1987).
Es precisamente gracias a su mancuerna con Gaiman que Dave McKean mostraría una de sus facetas más cautivadoras. Nos referimos, por supuesto, a su trabajo en las portadas de la historieta clásica ‘The Sandman’ (1988).
Cada entrega de este título se destacó como un receptáculo de inquietante belleza el cual se vio engalanado por la intervención de un Dave McKean quien mezclaba técnicas como la fotografía, el óleo, la acuarela, el carbón, el lápiz y el collage para dar como resultado un despliegue de legítima estética punk.
La carrera de McKean es un asunto sumamente amplio, sin embargo, es imposible hablar de él sin remitirnos de forma irremediable a ‘Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth’ (1989), novela gráfica creada en conjunción con el escritor Grant Morrison la cual reconfiguró para siempre las aristas conceptuales relacionadas con el hombre-muciélago.
Valiéndose de una estética polivalente y multiforme, Dave se da a la tarea de crear un auténtico mundo de pesadilla el cual empata perfectamente con la naturaleza ontológica de Batman.
Cada vuelta de página es una auténtica erupción expresionista la cual invoca personajes que se debaten estrechamente entre lo conmovedor y lo inquietante; misma situación que transforma a esta novela gráfica en un estandarte de la hermosura más afilada.
A manera de conclusión, quizás lo más oportuno sería mencionar la que probablemente es la obra más personal de McKean: ‘Cages’ (1990).
Valiéndose de un blanco y negro espectacular –Dave es un maestro quien prácticamente domina todos los formatos pictóricos- este increíble artista se da a la tarea de construir una auténtica epopeya analógica la cual explora los límites de la fantasía, la ensoñación, los paraísos nocturnos, la magia astral y la sensibilidad artística.
Misma situación que transforma a este texto en una de las obras más notables de un artista cuya carrera ha estado dedicada de forma expresa a la exploración de los influjos subliminales que la forma pictórica es capaz de ofrecer.
