123 países del mundo tienen disputas territoriales, el 60% de los que conforman el planeta tierra. Las fronteras físicas son origen de conflictos bélicos y humanitarios. Sus permeables significados, empapados del punto de vista de cada país, chocan con la fiereza con la que son blindadas. Para cada país la frontera tiene un significado, igual que para el inmigrante las fronteras son una puerta que por derecho humanitario debe abrirse ante él, y para las autoridades que las controlan, por supuestos motivos de supervivencia nacional, son un muro de contención. La pandemia no ha propiciado una corriente humanista en el mundo que relativice las políticas nacionalistas. Al contrario, el deseo de aislar al otro, convertido en un potencial transmisor de enfermedad, se adhiere perfectamente con el sentido aislacionista nacional. Solo la necesidad de dinero entreabre las aduanas al visitante y llena las playas de Cancún o Miami.
Al tiempo que Colombia sufre una nueva ola de Covid, su frontera con Venezuela, ya de por sí conflictiva, vive una guerra encubierta entre sus ejércitos, ex guerrilleros y narcos, que viene a ser lo mismo. La frontera es voluble, venezolanos buscando una vida mejor en Colombia, colombianos dedicados a la exportación de cocaína asegurando rutas eficientes a través del país vecino. Los ejércitos de los dos países en eterna vigilancia mutua por disputas centenarias y otras más recientes. El conflicto ha provocado que más de 6.000 pobladores rurales tuvieron que huir según denuncia Human Rights Watch (HRW) que entregó esta semana a la Corte Penal Internacional (CPI) y a Naciones Unidas datos sobre “abusos aberrantes” por parte de las fuerzas militares venezolanas en Apure.
Tras las fronteras geográficas hay otras de una distancia insalvable. Colombia, sumergida en una polarización endémica, vive en estas horas una militarización del espacio público para frenar el vandalismo nocturno que supuestamente provocan las protestas contra la reforma fiscal del gobierno que tuvo que retirar hace 48 horas. El toque de queda para bajar la ocupación hospitalaria es una oportunidad para que los ciudadanos vean desde sus ventanas tanquetas desplegadas por la calles. Una advertencia paisajística sobre el futuro que acecha a aquel país, a punto de unas nuevas elecciones con candidatos enfrentados de manera cainita.
Del otro lado, en Venezuela, el conflicto político y social casi de manera milagrosa, y no por falta de intentos, no ha acabado aún en una guerra civil. La situación en la frontera con Colombia, está siendo una oportunidad más para denunciar por parte de la oposición a Maduro, al gobierno bolivariano, de participar activamente del lado de ex guerrilleros de las FARC hoy involucrados en el narco tráfico. Esta acusación cuenta con el beneplácito de las autoridades estadunidenses que señalan a Venezuela como el trayecto más eficiente para la exportación de cocaína.
La línea que divide esos dos países se extiende mentalmente hasta el último rincón de sus sociedades ya de por sí divididas.
No es la única frontera que pone en riesgo la paz. La situación en Ucrania, con las mayores maniobras militares rusas desde 2014, los enfrentamientos directos entre el ejército de la India y el de China en en el área de Sikkim. Israel y su poli conflicto fronterizo perpetuo…
En los casos antes mencionados, a diferencia del venezolano- colombiano, se trata de países con armamento nuclear y agrupados en bloques geo políticos mas o menos definidos pero con variantes esquizofrénicas, Los indios pelean territorio con los chinos al tiempo que son socios económicos del BRICS. Todo lo que suceda con China y sus muchos conflictos fronterizos y de soberania , Cachemira, Taiwan, Himalaya, Mar de Filipinas, más los comerciales …se ve determinado este 2021 por el centenario del Partido Comunista Chino. Será un año de performance militares, esperemos todo quede en la dictadura del show y no se traspase la, esta sí, fina línea que divide la amenaza de los hechos.
Los polos opuestos que recorren las fronteras provocan interferencias, éstas son unas ondas siempre a punto de la explosión auditiva. Una línea en la que profundiza el nuevo trabajo del mexicano n_/0 titulado Interferencias, publicado por el siempre desafiente a la mente label, Opal Tapes.
No deja de ser sorprendente que el concepto de frontera que delimita culturas, etnias y mercados no se vea traspasado y derribado por la conectividad grupal de las redes, una interacción que comparte si no idiomas, sí instintos codificados en imágene,s ya convertidos en una sola lengua. Quizás la obra de David Newman y Anssi Paasi y su etnografía de la frontera aclaren el perpetuo conflicto de los bordes fronterizos. Los investigadores describen una identidad fronteriza debido a las relaciones de inclusión/exclusión que son la dinámica social diaria en la frontera, sus habitantes por lo tanto desarrollan una identidad distinta a los que viven en el interior de cada territorio. Si esto fuese así solo podemos sacar una conclusión, el problema se resuelve borrando líneas.P