El coming of age es un género el cual se ha transformado en uno de los portentos cinematográficos más relevantes y profundos dentro de la cultura popular moderna; misma situación que se debe en buena medida a esa profundidad con la que este tipo de cine indaga en aquellos procesos identitarios y metafísicos que definen a la juventud de un determinado territorio y época. A pesar de que a menudo este género es asociado con una serie de realidades enmarcadas dentro del paradigma norteamericano/europeo, no cabe duda de que su influjo antropológico se ha dejado ver a lo largo de distintas latitudes las cuales destacan por su personalidad única e irrepetible. Uno de los ejemplos más notables de dicho asunto es 25 Watts (1991), ópera prima de Pablo Guillermo Stoll y Juan Pablo Rebella, la cual nos sumerge de lleno en los ánimos identitarios de la juventud uruguaya de principios del Siglo XXI.
Mediante una atmósfera en blanco y negro que le rinde homenaje a otras grandes representantes del coming of age urbano como El Odio, de Mathieu Kassovitz, 25 Watts narra un día en la vida de tres jóvenes originarios de Montevideo: Javi, Seba y Leche .
Valiéndose de un montaje el cual nos sumerge de lleno en el ostracismo de una generación cristalizada en medio de la rebeldía y el hartazgo, Stoll y Rebella se dan a la tarea de entretejer una radiografía plenamente humanizada la cual no sólo saca a relucir las particularidades antropológicas de una identidad geográfica y temporal, sino que también dejan en claro que, a pesar de sus diferencias contextuales, las juventudes de todo el mundo se encuentran hermanadas por un mismo síntoma: el deseo de romper con los esquemas impuestos por una normalidad apaciguada que parece diseñada de manera quirúrgica para “domesticar” hasta al espíritu más rebelde.
Sin duda alguna, una de las joyas más infravaloradas de nuestro cine latinoamericano.
