La sensación de ser uno mismo una isla se hace fuerte -el encierro la intensifica-; nuestros márgenes físicos se estrechan y nos encontramos rodeados de un virulento océano mental. ¿Qué tanto necesitamos de los otros? ¿Podemos desde nuestras pequeñas ínsulas resistir al hastío y el aburrimiento? He ahí el instante en que brota el milagro del arte.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
La enfermedad nos ha convertido en islas, pero en ellas establecemos nuestras reglas y hacemos que broten sonidos o historias prodigiosas. Incluso podemos elegir -simbólicamente- quien nos acompaña mientras permanecemos aislados -divagando-.
Isles es el segundo álbum de Bicep, el proyecto compuesto por Andrew Ferguson y Matthew McBriar; ellos viven en Londres, pero son irlandeses -de Belfast- y es por ello que mientras suena la decena de piezas que conforman el disco me acuerdo de un gran escritor que también es nativo de aquella latitud verde y rodeada de mar; en la novela Eclipse, John Banville anotó: “¿Qué tienen esos momentos intemporales que luego siempre se recuerdan con una dulce melancolía? A veces me parece que es en esos intervalos de vacío, sin que fuera consciente de ello, cuando he vivido de manera más real y auténtica”.
Isles ofrece momentos intemporales de placer auditivo y también oferta cierta melancolía por aquellos sonidos que desfilaban por la electrónica noventera -con Underworld, The Future Sound of London y Orbital en lo más alto-; como Banville, no niego que existan intervalos que parezcan una burbuja de vacío y ansiedad, pero comienza a sonar “Atlas” -el primer corte- y el malestar se mitiga.
Andrew y Matthew aman la música por sobre todas las cosas, y es por ello que partieron teniendo un blog en el que concentraban sus muchos hallazgos y apetencias. Aun conservan una playlist que se hizo popular por sus 67 horas de música en Spotify y de la que extrajeron su nombre artístico: Feel my Bicep.
Y no es que descubran el hilo negro porque es verdad que exhiben un catálogo de referencias que van del IDM al house, haciendo escala en el trip-hop. En lo suyo hay una conexión profunda con lo que hace Four Tet, sobre todo ahora que ha nutrido sus temas con referencias étnicas; Bicep también lo hace con gran habilidad y gusto. De hecho, “Atlas” contiene un sampler de la cantante israelí Ofra Haza (fallecida en el 2000).
Recordemos entonces que en este viaje las Isles son ante todo ideológicas; de tal suerte que no nos extraña que en “Apricots” -uno de los sencillos de anticipo- surja un coro búlgaro a instalarnos en una tierra de fantasía y misterio. Luego en “Sundial” aparece sampleada una canción procedente de Bollywoood; “Jab Andhera Hota Hai” pertenece a la película Raja Rani de 1973.
Cobijados por la ilustre historia del sello discográfico Ninja Tuje, la pareja dio a conocer que preparó demos de alrededor de 150 piezas para de allí elegir lo mejor. También contó que incluso echó a andar la aplicación Shazam en un restaurante de kebabs para saber qué música sonaba y poderla aprovechar; toman referencias de cualquier parte.
En la amplitud de su paleta sonora encontraron sitio para sumar a Clara La San, colaboradora de Yves Tumor, quien agregó su canto a dos temas: “Saku” y “X”, ambas orientadas a potenciar la experiencia estética, ponernos a imaginar sin límite y hacernos acordar de lo que era el UK garage.
No son los mismos de cuando asistían a raves en el Club Shine de Belfast ni los que editaron en 2017 un disco debut homónimo y más acelerado. Acorde al momento por el que transitamos, los músicos contaron que en esta ocasión decidieron asomarse a lo que traían en su interior… y tal incursión introspectiva ha resultado deliciosa.
Yo soy una isla. Tu eres una isla. Ellos son una isla. Entonces podemos expandir nuestros territorio músico-imaginario todo lo que nos dé la gana; para ello tenemos a Bicep que lo mismo abreva del ambient que sabe cuando acelerar y liberar los beats. Nuestra isla sonora no tiene límites.