El combo chilango liderado por Israel Ramírez continúa avanzando hacia un sitio caliente, justo donde las fogatas anidan: ese artefacto con forma de álbum. Y lo hace llevándonos de la mano al “Todavía D.F.”; era de tonos sepia donde los ríos estaban vivos y los destinos lucían íntegros, sólidos, hechos de una sola pieza.
Tras el arribo de “Suaves son los días” y “Negro soledad”, Belafonte Sensacional nos acerca “Todavía D.F.”, track atrabancado (no hay de otra) que se arranca con una progresión armónica que recuerda al Ritchie Valens de “La bamba”, sólo que acá se le arrima una guitarra reverberada con piquetes oníricos y una batería atascadita-leve. Sonoramente, los primeros momentos del tema significan andar en las inmediaciones de La Candelaria en sábado de gloria.
Sin embargo luego la cosa se atasca y se tuerce (es Belafonte, a eso hay que atenerse). Y sin aviso se interponen ritmos, se barren las pantallas. Una suerte de masa (de culeros, según la letra) amorfa termina por aniquilar el sueño. ¿Será el futuro infame, aplastante y triste? Ya se salió de casa y no tiene adónde ir, ya se perdió su madre, ya se perdió el recuerdo por venir, clama Israel, y luego prosigue: Es todavía D.F., y es todavía lo que queda por vivir. Y es el dolor del mundo, y es el destino roto que juramos destruir.
Es una masa de culeros… tú sabes de qué estoy hablando, continúa Ramírez, aceptando por allí lo maravilloso que resulta ver a quien te gusta cotorreando en plenitud, chilangueando a gusto. Estamos ante una “fogata canción que hicimos para una ciudad que ya no existe, despojo, madriza campal, sueño lejano, noche caifán”, ha dicho la banda del sencillo en sus redes sociales, anticipando así lo acá contado: un álbum está por llegar, y su título sería Llamas, llamas, llamas.
Ven. Date un fume suave. Abrázate. Ponte calientito oyendo “Todavía D.F.”:
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