Black metal. A estas alturas del partido es difícil establecer una definición concreta del mismo. Al principio, cuando surgió, sobre todo el sonido black metal escandinavo, había ciertas características que sin embargo tres décadas después se pueden encontrar en bandas recientes. El sexteto anónimo Bat Magic es muestra de ello gracias su disco Feast of blood.
TXT:: Luis Jasso
Ese primer EP, supuestamente grabado en un castillo, una noche con luna de sangre en 2021, tuvo una edición limitada por Soar Ear Collective (50 casetes); pero este año, concretamente el 4 de febrero, será reeditado con un tiraje más extenso, igualmente en casete, por el sello belga Babylon Doom Cult Records.
La banda hace un black metal vieja escuela, con producción lo-fi que requiere ya sea un oído entrenado en ese tipo de sonidos para descubrir más de lo que se escucha en la superficie, o una mente abierta que permita adentrarse en el sonido de la banda y apreciar su ofrecimiento con las características artísticas que lo envuelven. Para acabar pronto, quien esté acostumbrado a las producciones prístinas, a los riffs claros como el agua, a la batería mezclada perfectamente para que se escuche cada golpe con perfecta claridad, no lo va a disfrutar.
En medio del caos generado por el feedback hay varias cosas a destacar. El EP cuenta con una intro y una canción dividida en tres pasajes. El primero de ellos se llama “Blood rise of ordo vampyr”. La rola tiene un muy buen riff principal, se puede seguir la letra aunque la voz, paranoica, agresiva y cruda está un poco apagada por la producción (de nuevo, adrede). Tiene un muy buen trabajo en la batería, con varios redobles, mucho uso de platos y tarola que parecen crear una cacofonía que sin embargo tiene cierta melodía y mucha actitud punk.
“Solis mors” es la segunda parte. Más rápida y con la batería en un formato más clásico black (tupa-tupa). Sigue presente el aura punk y aunque es mucho más caótica, siempre vuelve al riff principal. Tiene un solo que más bien es ruidoso, tipo Slayer en sus primeros discos. Y finalmente “Solis corpis” es la tercera parte. En esta se encuentra algo que podríamos llamar un coro. Termina con una especie de outro tipo prog rock setentero en versión lo-fi que sin embargo es altamente disfrutable y que rompe con la estética sonora general del disco.
Es en general un material crudo pero interesante que si bien se encuentra en plataformas digitales, vale la pena tener en formato físico. La historia es un tanto ambigua porque podría ser la de un vampiro que pasa por varios estados emocionales, pero también parece un paralelismo con el catolicismo y las mentiras que suele esparcir. Muy interesante.