Entrevistas

Avándaro: El encuentro cumbre de la generación jipiteca

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“Yo tenía 17 años de edad, estaba inmerso en la efervescencia del rock y con un grupo de amigos fui a Avándaro. Trabajaba entonces en un semanario, México Canta, y acudí a cubrir el evento por parte de la revista. Sí, me la pasé muy bien. En su momento, los que estuvimos ahí no nos dimos cuenta de que ese festival abriría brecha en una era plena de prohibición. En ese sentido, podemos decir que se trata de una historia con final feliz, pues hoy día el rock mexicano tiene proyección internacional y se escucha libremente, sin temor”. Federico Rubli, en entrevista, nos detalla lo que sucedió hace cincuenta años en el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro.

FOT:: Graciela Iturbide

Con fotografías de Graciela Iturbide y un texto firmado por el mencionado Rubli, el libro Yo estuve en Avándaro. 50 años. El festival que silenció a México (Trilce Ediciones 2021, con introducción y prólogo de Justino Compeán y Luis de Llano) es un trabajo que “reintegra a la memoria colectiva un suceso importante dentro de la historia del país, un episodio que generó muchos mitos y que es necesario analizar en su justa dimensión histórica”. Federico es voz autorizada en el tema, pues “con pantalones vaqueros y chaqueta de mezclilla, el pelo largo y una camiseta psicodélica diseñada con cloro” arribó a Avándaro hace cinco décadas. Estando allí, en su mente habitaba una sola intensión: “pasarla bien escuchando rock”.avandaro-rock-mexicano-federico-rubli-yo-estuve-en-avandaro-50-anosSe dice que Avándaro no fue más que una orgía de greñudos drogados, Federico. ¿Con qué te enfrentaste tú al llegar allí?

Cuando llegué, me sorprendió la cantidad de gente que había. Los organizadores habían estimado 20 mil personas; pero un día antes, cuando notaron cuántos se desplazaban por la carretera de Toluca, subieron la estimación a 60, 000. Sigue sin existir un número oficial, pero yo sí calculo que hubo unos 300 000 mil jóvenes ahí reunidos.

Sobre la orgía, la sordidez: falso. Se trató de una campaña mediática de desprestigio que deliberadamente armó el Gobierno. Era una época de experimentación, obviamente los jóvenes nos sentíamos reprimidos por la escuela, la familia y el gobierno autoritario; y de pronto estábamos libres, sin inhibiciones, gozando de buen rock. Veníamos de la influencia del jipismo de EU, donde se experimentaba con drogas, con el sexo libre.avandaro-rock-mexicano-federico-rubli-yo-estuve-en-avandaro-50-anosLo que más circuló en Avándaro fue mota; pero no se trató 300 000 personas idas, eso está muy lejano de la verdad; no hubo un uso generalizado. Lo mismo con los desnudos. Sí, los hubo, tal como ocurrió en Woodstock, pero no fue una generalidad. Se habló de 300 000 jóvenes drogados y desnudos teniendo sexo. No hubo un aquelarre así. Pude darme cuenta porque no permanecí estático; con mi credencial de periodista caminé por muchas partes, circulé por todos lados. Incluso subí al escenario. Me dio miedo porque era un gran andamio improvisado y tembloroso; fue un milagro que no sucediera una desgracia.

Me ausenté para descansar entre las tres y las cinco de la mañana, pero el resto del tiempo no vi más que una convivencia de hermandad; gente de todos los estratos socio-económicos compartiendo en solidaridad. Consulté los archivos de la Dirección Federal de Seguridad y me percaté de un reporte: “heridos en Avándaro”; una persona intoxicada con una torta de jamón, otro con la pierna lastimada por unas ramas. Eventos aislados. La prensa amarillista hasta habló de muertos. Falso. Una campaña mediática de desprestigio deliberada, en contra del rock nacional.avandaro-rock-mexicano-federico-rubli-yo-estuve-en-avandaro-50-anos¿Cuál es el germen del festival de Avándaro?

Avándaro surge como una idea de Eduardo López Negrete y Justino Compeán. Querían organizar una carrera de coches en el circuito Avándaro. Entonces pensaron, ¿por qué no hacer una fiesta previa a la carrera del domingo con dos de los mejores grupos de rock que hubiera por ahí? Contactaron a Armando Molina y le dieron un presupuesto; Molina buscó a Batiz y a La Revolución de Emiliano Zapata, pero ambos ya tenían compromisos para esa fecha. Se esparció la voz. No se hablaba de un festival sino de una fiesta, pero los músicos estaban ávidos de organizar un Woodstock a la mexicana. Muchos quería unirse, con todo y ese presupuesto limitado. Cuando Molina juntó unos ocho grupos regresó con Justino y Negrete. La idea estaba creciendo. Entonces decidieron hacer un festival de rock. Una ingenuidad. Jamás imaginaron la cantidad de gente que iba a llegar.

Óscar Sarquiz ha sido crítico con lo sucedido en Avándaro, especialmente con el episodio de la llamada “encuerada de Avándaro” y su supuesta entrevista, publicada en Piedra Rodante.

Sarquiz sostuvo un intercambio epistolar a través de la prensa con el autor de la supuesta entrevista con la encuerada de Avándaro. No es verdad que esta persona haya sido localizada para platicar con Piedra Rodante. El acto de la encuerada fue célebre, no sé si emblemático, porque tuvo lugar en un sitio donde todo mundo la vio. Hubo gente que se despojó de su ropa, abajo, entre el público; pero al lado del escenario había camiones de mudanzas, donde se transportó equipo, y sobre ellos había gente, en los toldos, a la altura del escenario, bailando. Cuando tocó el tercer grupo de la noche, la División del Norte, yo me hallaba precisamente debajo de un camión y pude percatarme de todo lo que sucedió.avandaro-rock-mexicano-federico-rubli-yo-estuve-en-avandaro-50-anosUna chica que bailaba se quitó la playera. Quedó su busto al descubierto y en un momento dado se bajó el pantalón. Hoy día eso no tendría ninguna relevancia, pero hace 50 años había muchos tabúes. Sin embargo todos le aplaudieron. Y así como apareció despareció, hasta que Manuel Aceves, de Piedra Rodante, fabricó la supuesta entrevista, con un tono sensacionalista. Hay libros de Monsivais y José Agustín donde se reproducen fragmentos de ese texto, se habla de una tal Alma Rosa, de 16 años de edad, de Monterrey. Décadas después, Óscar desmintió todo esto severamente.

Cuando yo consultaba los Archivos de la Federal de Seguridad, me topé con un oficio mandado a la PGR, y textualmente dice: localícese a quien se conoció como la encuerada de Avándaro; el pretexto: saber si profesaba ideas contrarias al régimen. Algo ridículo. Pero el oficio ahí está. Finalmente, la PGR encontró a esta chica, a la verdadera. Leí el interrogatorio que le hicieron. Su nombre: Laura Patricia Rodríguez González, de 18 años de edad, proveniente de Guadalajara. Esto echa abajo el mito de la identidad de la encuerada de Avándaro. La conclusión de la PGR al respecto es curiosa: Laura Patricia no es un riesgo para el régimen porque es una persona sumida en el vicio que vive de vender sexo en la zona rosa. Esa fue la conclusión. Absurdo.

De los grupos que se presentaron en Avándaro, ¿cuál fue tu favorito?

No había experiencia como para dotar de un sonido adecuado un concierto de tales magnitudes. La luces era deficientes también. En un momento dado se fue la energía eléctrica y los bateristas se echaban solos kilométricos, de veinte minutos de duración, para entretener a la gente en lo que se establecía la energía. Los once grupos que tocaron eran de lo mejor que había de la onda chicana, el primer movimiento de rock nacional propio. Personalmente me gustaba mucho la Tinta Blanca y Peace and Love. Fue una pena que El Ritual sonara mal; un rock progresivo de proyección internacional. El único disco que sacaron sigue sonando fresco.

Hablando de Peace and Love, Ricardo Ochoa dijo al micrófono algo así como “chingue a su madre el que no cante” mientras interpretaba “Mariguana”. Suele decirse que tras ese grito se censuró al rock nacional por varios años.

Existen fragmentos de audio del festival y en uno de ellos se rescata ese pasaje. En realidad hubo dos gritos que preocuparon a quienes monitoreaban el evento, pues pensaron que podía desarrollarse un acto subversivo contra el gobierno. Peace and Love fue la quinta banda que se presentó, le tocó el clímax del festival, a medianoche; y cuando tocaba “We got the power”, Ricardo replicó el coro en español: ¡tenemos el poder, tenemos el poder! Fue al terminar este tema que el mismo Ochoa habló del “himno con el cual se identifica toda la juventud” seguido de un “chingue a su madre el que no cante”. El evento se trasmitía por Radio Juventud y en ese instante cortaron la transmisión, incluso los locutores fueron multados.

Yo me he dedicado a derrumbar mitos. ¿Es cierto que por esos gritos el rock fue cancelado por décadas? En un programa de TV estuvimos juntos Ricardo y yo, y salió a colación esto; él dijo sentirse mal de que le achacaran esa responsabilidad porque jamás fue su intensión. Le dije: Ricardo, por la forma en la que se desenvolvió el festival desde el inicio, el juicio sumario contra Avándaro estaba hecho desde mucho antes, con o sin tus gritos. De todos modos iba a ocurrir la censura. Ochoa se quitó un peso de encima, porque él no quería insultar a nadie, sólo vivía un momento de euforia.

No muchos están al tanto de que Vicente Fox y Luis de Llano participaron directamente en Avándaro.

Fue una casualidad. A pesar de su corta edad, desde entonces Luis ya era un productor reconocido. Justino Compeán trabajaba en una de las mejores empresas de publicidad a nivel internacional y necesitaba patrocinios; Fox había sido su compañero en la carrera de Administración y era alto ejecutivo de Coca Cola, y le entró como patrocinador. Así es como está vinculado con Avándaro. Armando Molina coordinó todo lo musical y Luis de Llano se encargó de la producción, aunque también llegó con la orden de Telesistema Mexicano de filmar lo que ocurriera.

Luis cuenta que filmó ocho horas en videotape, pero que al llegar a la CDMX en lugar de aplausos encontró regaños por parte del Tigre Azcárraga: ¿qué desmadre armaron?, al Gobierno no le va a gustar. Así le quitó las cintas grabadas y las guardó. Se llegó a decir que estaban en una bodega de Tijuana o en Los Ángeles, otro mito que he derrumbado. Nunca aparecieron esas cintas porque para preservarlas había que mantenerlas a una temperatura muy fría, y eso no sucedió. Si esas cintas aparecieran, estarían prácticamente desintegradas. No existe un testimonio fílmico amplio del festival. Hay cortos de los noticieros de la época y un súper 8 de Gurrola de no muy buena calidad.

¿Te parece que existe una continuidad entre Avándaro y eventos masivos como el festival Vive Latino?

Fui al Vive Latino hace algunos años, sabiendo de antemano que se trata de un festival seguro. En Avándaro existía el temor de que podría venir una represión por parte del gobierno. En las fotos se ven cascos de soldados; no hicieron nada, pero los soldados estuvieron presentes, por si acaso. Estaba fresco el Halconazo del 1 de junio y lo del 68. Ir al Vive Latino tiene en común con Avándaro que existe un interés genuino por el rock. No hay nada más allá; se trata de una reunión para pasarla bien escuchando rock.

Avándaro abrió la brecha para lo que vino después. Hoy día los jóvenes no pueden entender por qué sus abuelos pasaron tantas penurias solamente por escuchar rock. Algunos inocentemente me han preguntado si en Avándaro se vendieron camisetas y tazas alusivas. No, no. Avándaro fue pionero. Los jóvenes asisten actualmente al Vive Latino gracias a que la generación de Avándaro remó a contracorriente, luchó. Abrió brecha en plena prohibición. Podemos decir que hay un final feliz. Hoy día el rock mexicano tiene proyección internacional. Se escucha rock libremente, sin temor.

Parece increíble, pero alguna vez, por el simple hecho de ser joven y escuchar rock, se corría el peligro de incluso perder la vida. El rock en México alguna vez fue sinónimo de peligro.

Desde que nace, el rock tiene el estigma de ir en contra de las buenas costumbres. En México yo identifico dos momentos de represión muy claros, previos a Avándaro. En 1959 se proyectó el Rey criollo en el Cine Las Américas, una película protagonizada por Elvis Presley que aquí titularon Melodía siniestra. La gente arrancó las butacas, llegaron pandillas de colonias aledañas; esto dio pie para hablar mal del rock y que viniera una represión. Luego viene lo que hizo Ernesto Uruchurtu entre el 65 y el 66: cerrar los cafés cantantes. Lugares totalmente fresas, inocentes, que funcionaban por la tarde y donde ni siquiera se permitía bailar ni tomar alcohol. Pero Uruchurtu consideraba que se podían generar ideas subversivas allí. Después vino de lo Avándaro.

¿Qué fue de ti tras Avándaro, Federico?

Me fui de México Canta en el 76. Cansado de la censura. No podía escribir libremente sobre cómo se desarrollaba el rock mexicano desde la clandestinidad. El editor de la revista me lo dijo claramente: ya me hablaron de Gobernación y no quiero problemas, escribe de músicos gringos, no más rock mexicano. Yo estaba a media carrera y me enfoqué a ella. Por 1999, con la cosquilla de retomar con frialdad la escritura, volví al camino del rock. Ahora pienso que Avándaro definió el futuro. Entonces, la onda chicana ya pintaba hacia una internacionalización, eso estaba en puerta. Si no hubiera llegado la censura, imagínate el vuelo que pudo haber tomado el rock mexicano con su tendencia ascendente como expresión creativa.

Los grupos argentinos y españoles aparecieron después, con el Rock en tu Idioma. Algo desafortunado, porque aquí teníamos todo preparado para ser los líderes del rock en español en el mundo. La censura fue quien le cedió el lugar a argentinos y españoles. Por fortuna, insisto, esta historia tiene un final feliz: actualmente se escucha rock libremente, sin temor.

Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

Auditorio BB