Durante la edad adulta, uno de los más graves riesgos es que sobrevenga el desencanto y que muchas de las cosas que durante años resultaban importantes y simbólicas pierdan sentido ante lo abrumadores que resultan los compromisos y las responsabilidades. Así las cosas, hay gente que se desconecta del arte y sólo busca momentos light de entretenimiento que la lleve hasta el estado Alfa -ese en el que estamos, pero no estamos-.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
FOTO:: Kat Gollock
La parte laboral puede ser tan abrumadora que sobra quien prefiere encontrar maneras para no pensar. Es así que música, películas, obras de arte y libros van perdiendo relevancia en su vida, cuando antes se encontraban en su mero centro. Este fenómeno me parece lamentable, una derrota más en la existencia… una de las grandes.
Saber que proliferan quienes antaño eran intensos exploradores del arte y la cultura para terminar desinteresados, me provocó un malestar de no menor importancia. En esas estaba cuando me crucé con una frase de mi admirado Enrique Vila-Matas, un escritor indispensable y que con su sapiencia habitual expuso:
“Desde luego, es más bien complicado ser joven, aunque eso no implica ni muchísimo menos que uno deba andar desesperado. Claro que la madurez tampoco es que sea una maravilla. En la madurez conoces la ironía, sí. Pero ya no eres joven y la única posibilidad que te queda de serlo un poco estriba en resistir, no renunciar demasiado… Sólo te queda resistir, no ser como aquellos que, a medida que la intensidad de su imaginación juvenil va decayendo, se acomodan a la realidad y se angustian el resto de su vida. Sólo te queda tratar de ser de los más obstinados, mantener la fe en la imaginación durante más tiempo que otros”.
El catalán tiene 72 años de edad -¡sabe de lo que habla-; pienso en la profundidad y certeza de su aseveración mientras escucho As days get dark (Rock Action Records), el séptimo álbum y el más reciente de los escoceses Arab Strap, y considero si esta pareja tendrá cierta cercanía cronológica con el autor de Recuerdos inventados, pero resulta que las apariencias engañan -¡y mucho más la barba!-; Aidan Moffat y Malcolm Middleton tienen 48 años cada uno -¡24 años los separan de Vila-Matas!-.
Su disco anterior, The last romance, se remonta a 2005, es decir, transcurrieron 16 años para que volvieran a grabar juntos (tras un reencuentro para hacer directos en 2017 que pasó por el Primavera Sound); aunque vale decir que en ese lapso cada uno emprendió proyectos en solitario y grabó discos. Lo que tenemos que concluir es que a poco de alcanzar la cincuentena, esos dos saben, como Vila-Matas, que se trata “de ser de los más obstinados”, además de “mantener la fe en la imaginación durante más tiempo que otros”.
De otro modo no se entendería este regreso tan en plena forma, pues con los años han acumulado mayores capacidades como instrumentistas y Aidan ha hecho todavía más torvas y oscuras sus letras, al afianzarse como un cronista de los acontecimientos nocturnos. De narrar en estricta primera persona las imágenes torcidas que tanto le atraen ahora también lo puede contar a la distancia, por lo que en “Kebabylon” suelta: “I’m a wallflower in the darkness in fireproof clothes / Undercover, undervalued, underpaid…”.
As days get dark demuestra por qué Arab Strap goza de cierto estatus de culto entre los escuchas más avezados. Aidan exhibe una gran capacidad de autocrítica, de observación atenta del mundo adulto del que es un inclemente fustigador, al tiempo que conserva una capacidad tremenda para contar escenas sórdidas de gran carga sexual. Pero no son pocos los aspectos inéditos en su repertorio; por vez primera se atreve con un tema de pesada carga política que no rehúye el delicado tema de la migración.
En “Fable of the urban fox” se dice: “But the city didn’t want the foxes, the city didn’t care/ Thеir help and hope and heart and hеarth they dreamed of weren’t there”. Por otro lado, Moffat escribe una canción acerca de los líos en los que se mete en Twitter; precisamente en “Bluebird” suelta: “I stroked you out, I cleaned you up/ I loved you into life/ I sent you to another world/ But you just turned the knife”; no se despega de esas imágenes de índole criminal.
Se trata de 11 canciones que nos sumergen en su territorio estético y entre las que hay que decir que “Here comes comus” luce entero su poder: “Here he comes through the crowd / Eyes black and limp / Buttons missing from a silken shirt / Shades inside at night, he’s a full time flirt”. Ahí está la noche y su atractiva peligrosidad.
Por su parte, Middleton se ha pulido con los ritmos programados y las secciones de cuerda, porque siempre hemos sabido que esas guitarras malignas son garantía; ahora también hubo una recurrencia hacia los sintetizadores, tal como queda de manifiesto desde el tema de apertura, “The turning of our bones”, que se refiere a un ritual mortuorio llevado a cabo en Madagascar y en el que desentierran a los muertos. ¿Se podrías comenzar de una manera más siniestra?
Arab Strap es un relámpago a mitad de la noche… un estruendo que pone de manifiesto nuestro lado oscuro, pero que al final dejar entrever una pequeña estela para alcanzar la redención… siempre y cuando no dejemos que se nos pudra el alma.