El título de esta crítica no es gratuito. ‘Annette’, la más reciente cinta de Léos Carax, es una travesía de carácter sugestivo que, irremediablemente, nos remite a las formas, estilos y conceptos que son característicos de la filmografía del realizador norteamericano responsable de clásicos de culto como ‘Blue Velvet’.
TXT: José Antonio Quintanar
Al igual que lo hiciera Lynch con su brutal ‘Eraserhead’, Carax se da a la tarea de entretejer una reflexión en clave siniestra con respecto a la paternidad y a las pulsiones inconscientes que fulguran alrededor de dicha institución.
Sin embargo, a diferencia de David, el director francés sostiene una estética mucho más ambigua en la que la inocencia y lo macabro se funden para gestar un cuento de hadas desconcertante que para muchos se antojará enternecedor mientras que, para los más analíticos, se descubrirá como una experiencia casi sobrecogedora en la que la belleza fotogénica guarda bajo el saco una serie de puñales sensoriales listos par clavarse de lleno en nuestra psique.
‘Annette’ es una cinta que se desdobla de manera intempestiva, estirándose cual contorsionista hacia distintas posibilidades que juegan de forma abierta con los tabús del espectador. Sus acentos emotivos dan rotundos volantazos a lo largo del relato, tomándonos por sorpresa de manera intempestiva, gestando una pieza que rompe de manera rotunda con aquellas estructuras que le prestan certeza a nuestras nociones con respecto al cine y a la existencia.
Por otra parte, su estilo, decididamente arraigado a las posibilidades neo-expresionistas y oníricas de la forma audiovisual, nos recuerda de forma intermitente a esa fotografía hermosamente sobrenatural que es característica de grandes hitos como ‘Lost Highway’ y ‘ Mullholand Drive’.
Muy probablemente, la principal advertencia con respecto a esta cinta va dirigida para los detractores del género musical, ya que su narración bebe en buena medida de la “suspensión lógica” que es característica de dicho género. Sin embargo, aquellos quienes se animen a superar este prejuicio se encontrarán con una muy poderosa pieza que avanza in crescendo, pasando de ser algo simplemente bello para convertirse en un auténtico fenómeno sensorial que escarba en algunas de las aristas más tremendas y desconcertantes del acontecer humano.
