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Adrian Quesada lo certifica: los chicanos también tienen alma

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Ambulante 2024

Hace más de un década que la mente de Adrian Quesada (Black Pumas) encontró cómo entrelazar a los chicanos que habitan en Texas. El conector: la música soul. Recientemente, con la cinta corriendo en el estudio de grabación, el músico finalmente consiguió reunir a leyendas del calibre de Johnny Hernández, David Hidalgo o Ruben Ramos para que se echaran un quienvive en un disco, al lado de músicos que han heredado la estafeta, como Aaron Frazer, Brownout y los mismos Black Pumas, entre varios más. El plato se titula Look at my soul. The latin shade of Texas soul. Un tesoro con diez gemas elegidas con esmero y ejecutadas brillantemente para empaquetarse con una producción impecable. A continuación el propio Quesada extiende detalles al respecto.

TXT:: Alejandro González Castillo

¿De dónde viene este deseo por desempolvar clásicos del soul texano-chicano para ponerlos al día, Adrian?

Durante más de diez años toqué con Grupo Fantasma, hacíamos salsa y cumbia, aunque también nos gustaba el hip hop, el rock and roll y el funk. Por su parte, Ruben Ramos alguna vez me contó que cuando él era muy joven y escuchaba a Ray Charles o Chuck Berry no cantaba en español, que eso lo hizo hasta muy tarde en su carrera. Entonces me vino la idea de conectar a su generación con la mía. Finalmente somos la misma cosa: mexicanos en Texas. Comenzamos con el soul, el funk y el rock, pero después descubrimos nuestra propia cultura.

Desde el tema abridor del compilado se advierte: estamos ante un tesoro. ¿En qué consiste esta calidad tan especial a nivel sonoro? ¿Por qué es distinto este soul del hecho por Motown, por ejemplo?  

Esa canción, “Ain´t no big thing” ha sido grabada cien veces por todo Estados Unidos, pero cómo la han cantado los mexicanos en Texas es diferente. Los metales, la voz… hay rastros de mariachi, se escucha que es música cercana a la frontera. Mucho del soul texano esta grabado en San Antonio. Yo soy de Laredo, Texas; San Antonio está como a tres horas de la frontera, y ya se escucha la diferencia. Todo lo que se hizo en Motown ocurrió con la ayuda de un arreglista en especial. Había presupuesto, existían metales, cuerdas. En Texas el dinero estaba limitado. Por otro lado, en San Antonio había una base del ejército, entonces encontrabas mexicanos de California y de México. Definitivamente es diferente haber crecido en Detroit que en San Antonio.

¿Por qué grabar este álbum a la antigua, en cinta y con los músicos ejecutando todos al mismo tiempo?

Yo prefiero grabar así, aunque también disfruto usar computadoras. La cinta captura lo que ocurre en un cuarto de un modo especial. No sé cómo explicarlo, se trata de un sentimiento diferente. Cuando escucho viniles viejos es como si estuviera en el mismo cuarto con los músicos.

¿Es Look at my soul un homenaje a los pioneros o un ajuste de cuentas con la historia?

Conforme iba llamando a cada músico, éste me decía algo nuevo, me abría más puertas. De pronto sentí como si estuviera haciendo una película o un documental. La verdad es que yo quería hacer como cinco discos porque esta historia abarca mucho más que diez canciones. Sí, esto comenzó como un homenaje, pero terminó siendo una exploración de mis raíces. Tuve que parar en un momento, entregar un disco; pero en el proceso, a diario, aprendí algo nuevo de mi cultura, de mi gente, de mí mismo. Me gustaría concretar un documental sobre todo esto algún día.

¿Será que existe una sensibilidad chicana que aflora a la hora de acercarse a la música?

Sí hay una sensibilidad chicana. No todos saben lo que significa ser un mexicano en EU. Yo nací y crecí en la frontera. Toda mi vida he estado allí, entre el español y el inglés. No todos entienden lo que es vivir el racismo. Y esto al final sale en la música.

Todo su contenido es interesante, pero, ¿recomiendas una canción en especial de este álbum, Look at my soul?

“One woman man” es mi favorita. Y también “Ain´t no big thing”; cuando la grabamos con Johnny Hernández, todos en vivo… Recuerdo el momento… mucho. Él me dijo que había grabado esa canción sesenta años atrás, algo así. Y al estar de nuevo en el estudio con nosotros, me contó que se sentía igual de bien que hacía décadas. Ese fue un momento muy especial.

 

Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

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