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TXT :: Mixar López.  |  FOT :: Nora Lezano.

“Si el lenguaje es otra piel, toquémonos más con mensajes de deseo”.

Otra piel, Gustavo Cerati.

“Sos el ángel inquieto que sobrevuela / la Ciudad de la Furia / Comprendemos todo / tu voz nos advierte la verdad / Tu voz más linda que nunca”, escribiría El Flaco Spinetta a Cerati en un poema, cuando éste se encontraba en coma. Ambos: poetas del absurdo que convirtieron la bucólica en brujería y el lenguaje en alabanza.

Si bien, el poeta musical secular de Argentina es sin duda, Luis Alberto Spinetta, -comparado ya con Antonin Artaud, el autor de Heliogábalo o el anarquista coronado, por su poesía surrealista extremadamente pura, pues no hay nada que se le escape-, el carácter lúdico de las palabras, de la formación de los versos, lo llevaron a componer letras en base a un clásico juego del surrealismo: el cadáver exquisito, que puliría después Páez (el payaso).

Tanto Spinetta como Artaud se reconocen en sus personajes. Artaud se declaró como el protagonista de la poesía, siendo él mismo, ese poeta negro obsesionado por la mujer, y cuya vida excitada parece arder. Mientras que Spinetta le habla a esa parte idiota que habita en él, como declararía sobre sus escritos. Ambos se autocritícan, se reconocen dentro de la poesía y del surrealismo. Sin embargo, Spinetta llegó a pronunciar que el verdadero poeta de lo absurdo, era Gustavo Cerati.

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Este no es otro artículo zalamero más sobre la figura profana de Cerati, sobre el frontman, el rockstar, la súper estrella, el guitarrista, sus flirteos con las drogas y sus inconvenientes con Soda Stereo, tampoco es un texto que busca dialogar acerca de su muerte, de sus consecuencias, ni de lloriquearla sin justificación.

Este es un artículo sobre lingüística, de la importancia en el idioma de Gustavo Cerati, ya que su legado es significativo, sobre todo, en el sentido de poder “latinizar” el rock y darle un lenguaje diferente a los significados de las letras, de cómo convertir un lenguaje anglosajón a uno latino. Además de innovar un idioma guitarrístico singular, pues Cerati no trabajó con patrones determinados, sino que construyó su propio sonido. Eso es lo trascendente en un guitarrista, el desarrollo de técnicas, sonoridades personales y una lengua que trasciende fronteras.

Cerati crea su propio lenguaje como una reacción voluntaria y creativa ante el idioma “convencional” del Pop. Sabía que el lenguaje distancia al escucha, y rompe la unidad orgánica del disco. El experimento gramatical de Gustavo fundamenta la existencia de un mundo de valores comunes. Pero ésta experimentación no puede ser más que pasajera, y el grado, la “Primavera 0” a la que aspira, constituye su horizonte, dado que cuenta con la colaboración del público en la exégesis, en la interpretación, elemento imprescindible para el desarrollo pleno de una letra, “donde todo empieza a ser real”. El lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas usadas para enfatizar la extrañeza y el aislamiento humanos, justo como sucede en el teatro. Gustavo Cerati crea una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana, “sueños de un rumbo incierto”, con el fin de demostrar la falta de sentido de la realidad.

Discos como Bocanada, Colores Santos y Ahí Vamos forman un gran galimatías para el escucha, y se muestran incapaces de comunicarse con otros entres elementales. Álbumes que personifican al lenguaje absurdo, y no se descomponen, hasta dejar tan sólo su esqueleto, lo que originó una prosa templada y rendida, sazonada de un candor corrosivo y alegrada con el uso de la prosopopeya. Su influencia en músicos posteriores, sobretodo en aquellos que siguieron sus pasos en la tradición del absurdo, es tan notable como el impacto de su prosa: Eruca Sativa, Massacre, Rayos Láser, Lisandro Aristimuño, Cuentos Borgeanos, Julio Moura, Richard Coleman, Virus, Leandro Fresco, Fernando Nalé, Guillermo Beresñak, y los mismísimos Zero Kill / Benito Cerati.

Gustavo Adrián Cerati viene a ser un pensador para el cual el orden, la libertad, la poesía, la “psicología” y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua: “Mi pasión del porvenir es la eternidad, no me hablen de esperanzas vagas, persigo realidad”. El dramaturgo del absurdo desmantela el viejo universo cartesiano y su manifestación musical, es parte de tu ser y quiere hacer cosas imposibles.

Staff

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