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La “Breve historia del ya merito”: Consideraciones acerca de la pasión del fútbol

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Ambulante 2024

TXT :: Diego A. González

Para personas como yo, el fútbol es la lengua materna. Corres tras la pelota incluso antes de saber decir mamá o papá.

Y creces cantando las canciones de los Mundiales, y renegando de los errores arbitrales y/o de los jugadores. Porque en el fútbol la derrota está implícita y las tragedias son inevitables.

La Breve historia del ya merito, nos deja ver eso. Que de esto vivimos y a esto le cantamos, no a la derrota, no a las tragedias, sino a lo que hay en medio mientras la pelota rueda. El libro consta de catorce relatos sobre la Selección Mexicana, en los últimos catorce mundiales de fútbol. Relatos de cómo sucede la vida mientras rueda la pelota, con textos de Carlos Velázquez, de Luigi Amara, de Juan Pablo Villalobos y más locos por el fútbol.

Platicamos con una de las plumas de esta nueva publicación de Editorial Sexto Piso, el editor del libro, Rodrigo Márquez Tizano, durante treinta minutos en una banca afuera de un café. Una plática de banca hablando de fútbol. De por qué escribir sobre eso, incluso sólo de escribir…

Diego: Para Rodrigo Márquez Tizano ¿qué es el “Ya merito”?

Tizano: Para mí, bueno digamos, al final: las ganas de ponerle así ¿no? Digamos que tomamos el nombre de esta famosa expresión que empieza con Las Chivas del Guadalajara que después sería conocido como el Campeonísimo.

Antes de ser el Campeonísimo, le llamaban el “Ya merito” porque quedaron sub-campeones muchos años. Algo así como Cruz Azul que ya ni a eso llega.

Al final, me gusta porque es uno de esos mantras que repetimos cada cuatro años, junto con el “sí se puede” aunque nunca se pudo. Junto con el “No era penal” aunque si lo fue. Junto con el “Ganamos, perdimos, el chile les metimos” esa prueba máxima del estoicismo ¿no? No importa si nos ganan, si perdemos, o les metemos el chile de todas maneras; quizá metafísicamente.

Pero “ya merito” me gusta, y me puse a recuperarlo ya no como un término peyorativo.

“Ya merito” también nos hace preguntarnos ¿ya mérito qué?

No solamente es una unidad temporal, que en realidad reaccionaría al “cuándo”, pero ¿”ya merito” qué, güey?

O sea, realmente ¿qué es lo que disfrutamos de un mundial? ¿qué es lo que disfrutamos de esta selección? Porque en realidad si somos tan malos, si siempre perdemos y la derrota es nuestro signo ¿por qué seguimos yendo? ¿por qué los seguimos? ¿por la esperanza? No.

En este país no hay esperanza, al menos en el fútbol. Entonces, yo pienso que lo que nos gusta es, de alguna manera cantarle a lo imposible ¿no? Digamos, es un culto a agotar las posibilidades, casi de representación de la victoria. No sabemos ni qué buscamos. Está por supuesto este mito fundacional de “el quinto partido” ¿no? una parte importante de nuestra mitología.

D: Es una de las cosas más abstractas de nuestro fútbol ¿no?

T: Es como el Popol Vuh, como la llegada a Aztlán, las profecías del Popol Vuh. O sea, ¿el quinto partido qué? pero sobre todo me parece que “el ya merito”, al ser una renuncia al tiempo, o a un tiempo verificable y medible, nos permite tomarnos un nuevo espacio de analizar otras cosas que van más allá de la derrota o la victoria.

No me interesa la victoria, no me interesa la derrota. Me interesa lo que hay en medio, ¿cómo se van contando estas historias? Me parece que “el ya merito” sería una especie de digresión y la literatura es digresión por antonomasia.

Entonces me interesaba esa parte.

Encima tampoco queríamos ser como… A ver, evidentemente si haces una historia de la Selección Mexicana -que, por supuesto no lo es, porque no es la historia-, pero si haces un libro con historias orbitando alrededor de la selección mexicana, creo que la derrota está implícita. Es tácito y ya está.

Tampoco queríamos ser “aves de mal agüero”: gente que está invocando la derrota. Aunque hubiera sido bueno, quizá. Yo pongo el ejemplo de esta banda llamada La Habitación Roja y esa canción de “Nunca ganaremos el Mundial” y tiempo después de que sale esa canción ganan el mundial.

Entonces, quizá este “Ya merito” funcione para que de una vez por todas nos “saquemos la malaria” y por lo menos pasar al pinche quinto partido cabrón.

D: Entonces ¿podemos definir el “Ya merito” cómo una bendición o como una maldición?

T: Mmmm… Noooo. O sea, dependiendo de la hora del día y dependiendo de quién sea el que espere.

D: [Risas]

T: Pero no sé, soy renuente a buscar en la mitología futbolera. Soy muy renuente a buscar ahí respuestas sobre esta cosa impalpable, equívoca y desconocida que llamamos identidad nacional. Incluso algo te dice que nuestro manejo del tiempo, nuestra idea del tiempo está trastocado siempre por estos pequeños privilegios que nos damos ¿no? y sobretodo llevado por el diminutivo. Las dos máximas unidades de medida del tiempo el “ahorita” y “el ya merito”. Que en intención no son lo mismo, sino todo lo contrario, pero en la práctica están muy cerca ¿no?

No sé si es una maldición o una bendición, yo pienso que más bien es un síntoma.

D: Pregunto esto porque es nuestro eterno pretexto para cagarla y que, aun así, “nos salvará”. O sea, ya merito es que estuvimos muy cerca y eso valida el esfuerzo. Estuvimos a nada de lograrlo y el “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

T: Ese es otro de los grandes mantras.

D: Como que de alguna forma nos gusta desmarcarnos con eso para hacer pensar que “No quedó en nosotros, pero por supuesto que siempre queda en nosotros”.

T: Sí, justo eso era lo que buscábamos, haciendo esta pequeña analogía con la literatura ¿no? A Borges le preguntan una vez, y lo retomo en el prólogo. ¿Para qué sirve la poesía? y él responde ¿para qué sirve la ternura? y también agrega ¿para qué sirve el aroma del café? para todo y para nada ¿no? y el fútbol parece que es exactamente lo mismo.

Entonces, si el fútbol es eso ¿para qué nos sirve ganar en el fútbol? ¿para vender más camisetas? ya ni siquiera eso. Es decir, la selección mexicana ha demostrado ser a prueba de fracasos, o sea, es una marca que resiste cualquier embate, “escorts”, escándalos.

D: 30

T: 30 cabrón. ¡madres! Pero también yo tengo mi opinión respecto.

Muuuy grave, eso de que haya ahí alguien tomándoles fotos es muy grave. Cada quien y ya, un buen “garche” se lo puede llevar cualquiera y encima si te vas a ir a romper el cuero. Déjenlos en paz, la intimidad del futbolista y de la persona.

Luego veo a gente que es más dipsómana, quejándose porque estos cabrones hacen eso. Se confunden.

Pasa una cosa con la Selección Mexicana: que como utiliza el nombre de este país -es más, no sé si sabemos en pleno 2018, qué es un país-, la gente se enoja como si estos fueran realmente los representantes. Confunden y ahí es el error máximo con cierta idea de ficción ¿no? Yo también, cuando es el mundial entro en un estado de decepción en el cual juego mi amor por la pelota. Me pongo la bandera, una cosa que yo nunca haría en ningún otro momento. Yo no soy nacionalista, me vale madres, pero en ese momento sí entro en la ficción y juego a que estos 11 cabrones que están ahí de alguna manera me representan, aunque no sea así y también me fundo en la colectividad de las masas.

Pero bueno… creo que me desvié muchísimo…

Breve historia del ya meritoD: Ahora, hablemos más del libro ¿Qué te llevó a hacer esa selección de plumas? Sin duda todos son unos apasionados y locos del fútbol, que seguro era el primer requisito

T: A ver, con la mayoría hay amistad, los conozco y como bien dices, son muy futboleros y eso me parecía importante porque mi intención no era hacer un libro de “Escritores que hablan del futbol”. Al escritor, en ocasiones, le cuesta mucho trabajo la ficción del fútbol, salvo honrosas excepciones como Sergio Ramírez con El regate, toda la obra de Fontanarrosa que es genial, pero luego hay unos desastrosos como Sacheri ¿no? como ese tipo de ficciones futboleras que, a mí en lo personal no me dicen nada. Es un tópico y no me propone nada más que recontar el mismo mito una y otra vez y aduce a cosas sentimentaloides ¿no?

En cambio, las obras de ficción de fútbol son muy pocas. Muchas veces el escritor, el que no es periodista deportivo -que bueno, esa es otra fauna: yo mismo trabajé como cronista deportivo muchos años-, tiende a sobre intelectualizar las cosas ¿no? y muchas veces porque nunca le han pegado a una pelota; entonces sí me interesaba que la gente que estaba ahí de alguna forma lo sintiera, o sea, yo con gente de ahí he jugado en los mismos equipos. Con gente de ahí he visto mucho fútbol, gente ahí que está, así re loca, como Luigi Amara que juega en el Progol cada semana religiosamente, Ortuño es un loco del Guadalajara… “pobre” [risas].

Bueno, yo creo que todos los aficionados al fútbol mexicano somos un poco huérfanos… Es difícil, pinche futbol mexicano. Yo creo que el aficionado mexicano tiene un nivel de aguante excepcional, me parece muy distinto al aficionado gringo, al europeo y por supuesto al sudamericano. Me parece que es una clase única, además claro, teniendo sangre latina y también esa manera de vivir la vida en un lapso poco más sosegado, nos cuesta muchísimo trabajo identificarnos con estos equipos que son empresas donde no hay socios, donde el hincha es un cliente. El aficionado de verdad es un cliente al que le agarran el equipo y lo mueven de lugar. Entonces bueno, por supuesto que somos huérfanos. Somos hinchas de empresas y ese es un gran problema.

Entonces junte a todo este equipo. La verdad es que a mi “me contrató la Federación”. La idea primaria fue de Diego, Eduardo y del Chela, todos editores de Sexto Piso que necesitaban a alguien que formara el cuadro y más o menos… ¡caray! como yo sí soy un enfermo de la pelota y del boxeo también -porque la verdad es que los deportes en general no me gustan, nada, pero me gusta el boxeo y me gusta el fútbol, mucho-…

Entonces me tocó montar el cuadro, hubieron por supuesto intentos de fichajes, otros que no, pero creo que el cuadro quedó muy bien. Y los textos ¿no? Por supuesto siempre hay una amistad o cierta empatía y cierta admiración por el trabajo de los otros escritores. No hay nadie ahí que yo diga “no me gusta lo que escribe”.

En primera, ni modo que sean escritores hablando de fútbol, sobre intelectualizando este pedo ¿no?, queriendo buscarle un espejo de la vida al fútbol y haciéndose unas metáforas insufribles, no, nada de eso.

Tratamos de que hubiera relatos sobre la pelota y que también hubiera relatos íntimos y que existiera el espacio para una novela gráfica y que también lo hubiera para hacer trabajo de archivo. Diferentes artefactos literarios como el de Villalobos, o como el de Herbert, que, a primera vista, parece ser una auto ficción, pero en realidad es un artefacto literario bastante sofisticado en el cual se pone de manifiesto sin hacerlo patente, algo que sucede cuando nosotros vemos y hablamos de fútbol.

Porque la verdad es que a veces el fútbol también sirve como una especie de velo para hablar de ciertas cosas que no podemos hablar. En el relato de Julian Herbert, que es sobre Alemania 2006, cuenta en retrospectiva una relación que tuvo mediante una entrevista al que fue novio (ahora ex novio) de su ex pareja de ese entonces, con el cual tuvo ciertos roces. Entonces están hablando de fútbol, están hablando de ese mundial, donde aquél le bajó a su chava, recordándolo en el presente. A mí la verdad me parece formidable y, sobre todo, es un relato muy futbolero y echa mano de la entrevista. Claro que estábamos buscando ese tipo de cosas.

Obviamente se dieron unos pequeños puntos de salida y ya. La verdad es que teniendo este equipo ¿qué le vas a mover? ¿ya juega no? ya solo queda administrar el vestidor y ya está. Mi función fue administrar el talento, nada más, porque ellos ya estaban ahí y la verdad estoy muy contento con todos los textos.

D: Ahora. Tenemos enfrente a un nuevo grupo de la muerte como cada 4 años ¿no? uno de los de verdad. ¿Qué tenemos que esperar de nuestro ya merito esta vez?

T: No, a ver, la estoy haciendo de pitoniso y no es mi labor claramente. La verdad pienso que vamos a llegar a la misma instancia de siempre. Todo depende, y esa es mi manera de verlo. Me parece mucho más difícil el grupo del mundial pasado, éste no me parece que sea tan mortal.

D: O sea, tenemos al campeón del mundo.

T: Sí, pero la vez pasada estaba Croacia que es mucho más equipo que Suecia y estaba Brasil y estaba Camerún, que, aunque evidentemente no era el mejor Camerún y estaba en serios aprietos, es mucho mejor que este Corea. Y, sobre todo, el Brasil de hace cuatro años; no es que fuera un gran Brasil, pero estaba jugando en casa y nadie apuntaba que Alemania le fuera meter todos esos pepinos que le metieron.

Entonces no lo veo tan complicado, igual con Alemania, nunca hay que confiarse, aunque en los últimos partidos no les haya ido como hubieran querido.

Me encantan los lugares futboleros y ya lo decía Gary Lineker: “El futbol es un juego que se juega 11 contra 11 durante 90 minutos y que siempre gana Alemania”.

Gary Lineker que ahora es un “pundit”, necesito sólo esa frase para que después de jugar se haya convertido en uno de los “pundits” favoritos de la televisión inglesa.

D: La verdad es inevitable preguntarte: El 2018 para los mexicanos es un año súper complejo como bien lo mencionaste antes, “es muy probable que ni siquiera sepamos que es un país”. ¿Cómo juega el “ya merito” desde tu óptica frente a un año electoral aderezado por un mundial de fútbol? O sea, ¿el 1º de julio estaremos tristes o no? y esta vez podría depender de nosotros ¿no?

T: Pues depende completamente de nosotros, suena a pinche campaña electoral chafa ¿no?

D: Jajajajaja “El cambio está en uno mismo”

T: Pero la verdad es que sí jugamos todos. O sea, ahí sí de alguna manera, por más que seamos críticos con el sistema, con el Instituto Nacional Electoral, con la manera como hemos ejercido la democracia. De alguna manera sí está en nosotros, o sea, el bombardeo mediático es tan terrible como el que nos sucede con la Selección Mexicana pero ahí no está eso. Me parece que a veces, contrariamente a lo que pasa en el fútbol y por más que le hagas la ola en un partido y esté toda la afición y le eche el aliento ahí por la selección, acá de alguna manera sí somos participes de lo que vaya a suceder. Yo creo que ese “ya merito” si es con esa manera peyorativa de la que hablábamos. ¡Va a estar cabrón güey!

D: ¿Esa última es la respuesta (“¡Va a estar cabrón güey!”)?

T: No, esa no puede ser la respuesta. No, ahí sí somos partícipes; no estamos a fuerza y no es de ponerse las camisetas, sino de hacer un ejercicio crítico real y de alguna manera hacer frente un poco a todo este derroche de información que busca de alguna manera volantear los votos hacia x, y o z candidato. Es bien difícil.

D: Pienso que en el fútbol juega mucho la esperanza y aquí no debería de jugar la esperanza.

T: Por supuesto que no, no debería. Aunque son distintas. Yo voto por cierto candidato, pero voto más bien por la idea que me representa por cierta política social demócrata que yo no podría votar por otra cosa y bueno, lo demás, lo que viene después de eso es otra discusión y ahí sí se tendrá que ser muy crítico y se tendrá que presionar y pedir más, pero primero lo primero. O sea, no puedes jugar el mundial sin clasificar primero.

D: Para ir cerrando quiero decir que me caga la idea de buscarle el espejo al fútbol ¿no? O sea, que quieren encontrarle el reflejo con algo contextual. La neta no tiene por qué ser así.

T: No, no lo es. Eso da hueva, la pelota es la pelota

D: Exactamente, ¿por qué tendría que cargarse eso?

T: Esta vieja frase, que la uso en el prólogo intentando sonar crítico, porque regularmente suena muy bonita puesta en esas postales en línea ¿no? Esa frase que siempre se la adjudican a Valdano o a Menotti, o sea, todo mundo les achaca cualquier cosa, algo un poquito inteligente que sonó del futbol y todos dicen “Ay seguro lo dijo Valdano” no, no, lo dijo Arrigo Sacchi: “El fútbol es lo más importante de lo menos importante”. Pero yo le daría unos flecos a esa frase, porque realmente cuando el fútbol se está jugando, es lo más importante y es tan importante como todo. Es decir, forma parte de la vida, no es un reflejo de, no es un espejo en el cual nos vemos. Por supuesto que yo siempre he pensado que cuando juegas fútbol, sí se puede conocer al otro de alguna manera, a partir de cómo le pega una pelota, cómo se acerca a ella, cómo regresa si la pierde, cómo se pasea caminando, cómo presiona, cómo hace caso, es decir, compensar una idea de comunidad en la cual “si tú dejas de correr, el otro tendrá que correr el doble por ti, güey”. Pero yo pienso que el fútbol es la vida mientras se está jugando, es completamente la vida. No le cabe nada más, es la vida en su inmanencia y cuando se está jugando, más que nunca.

Evidentemente, podrás decirme: ¿Y qué con todas las tranzas de la Federación y sus escándalos? Pero aun así, no es un reflejo; es parte de lo mismo. O sea, decir que es un reflejo resulta hasta facilón, me parece. Como A es a B porque C y la neta no. Por supuesto que tiene que ver porque es una red complicada e intrincada de sucesos históricos, pero no es una equivalencia. Por supuesto que el fútbol no está aparte de la vida, y lo podemos utilizar como una forma de explicarnos, y forma parte de una red muy complicada de jerarquías, de gustos, de relaciones de poder, de ideas de país y de ideas de identidad, de ideas del deporte, de ideas del que vence y del que no.

Beatriz Sarlo, una crítica muy famosa… bueno, muy respetada ¿no? ¿famosa? y sobre todo para una crítica literaria no es justo…

D: Jajaja No le parecería tu calificativo…

T: Nooo, a ver. Famoso Balvin. Eso es fama. Beatriz es una mujer muy respetada, muy leída, que decía que, para la literatura en Argentina, el Martín Fierro fue la épica que dictaminó todo un devenir de la sociedad, y ella dice, en el mundo actual me parece que sería el fútbol. Es decir, 100 años después la literatura tenía un papel preponderante y yo lo veo así ¿no?

Así como en Argentina el relato del Martín Fierro de José Hernández fue lo que nutrió la identidad nacional, la idea de país, luego la echaron abajo, Borges la tomó, la mató, mató al padre porque Borges mata a Hernández. Y Sarlo dice esto, y claro, el relato de la épica contemporánea en digamos, Argentina, es Barrilete Cósmico.

O sea, así es. No es que no haya gran literatura ahora. Porque por supuesto está Saer, y está Fogwill y Aira, o sea, grandes nombres, grandes escritores. Pero la literatura ya no tiene ese mismo peso como para poder dictaminar… Y para mí eso es fundamental; ese relato ¡no mames! o sea el gol es un golazo evidentemente pero no sería lo mismo si no se lo hubiera hecho a quien se lo hizo, en donde se lo hizo y si no hubiera tenido el relato. El relato lo acompaña y le da nombre. En ese libro de Sergio Ramírez, El regate, él dice una cosa muy chingona: el fútbol brasileño es el “joga bonito” y todo esto, por nuestros locutores de radio.

Porque si tú oías los partidos antes de que se televisaran, estos señores empezaban y hacían unas marometas, “la toca, la regresa” y de alguna forma eso se quedó en el inconsciente brasileño.

D: ¡Claro! así lo veías, de esa forma podías ver el gol.

T: Es la fuerza de la literatura. Por eso me parece que el libro es importante porque no buscamos reconstruir una historia de la selección mexicana, ni que fuera yo Clío. O sea, eso no nos interesa. Pero es como lo vemos aumentado, achicado, cada mundial es un hito, por eso está capitulado de esa manera y funciona como un punto de referencia para contar tantas otras historias para esgrimir el tiempo, para transformarlo.

D: Pues para terminar preguntaría ¿qué sigue para Rodrigo Márquez Tizano escritor?

T: Pues estoy trabajando en un volumen nuevo de novelas cortas que esperemos que salgan este mismo año, a finales.

Sí, sí, sí, sí. Tengo mucho tiempo libre en Argentina jajaja. No, no es cierto, simplemente me parece que es más tranquila la vida allá. La verdad. Y sí, estoy trabajando en algo nuevo para este año con Sexto Piso.

Ya llevo mucho tiempo trabajando en esto, pero hasta que no te ponen el deadline no acabas. Y yo vuelvo al texto una y otra vez porque es como un espacio en el que yo ya configuro mi día a día, mi rutina, mi cotidianidad a partir de esa excepción que es escribir y entonces cuando no estoy escribiendo algo me empieza como dar una angustia, entonces otra vez empiezo algo y vuelvo y vuelvo y vuelvo y nomás no lo quiero soltar. Y más que porque esa idea de que el texto no se abandona y porque puede ser perfecto, y porque eso no me interesa y no es ni posible es por una cosa como de autocontrol, entonces vuelvo y siento cierta tranquilidad.

Ante los embates del mundo vuelvo un poco a este mundo que estoy tratando de construir o con el cual también me enfrento pero que más o menos puedo administrar mejor sus desgracias…

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