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¿A quién linchamos?

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Ambulante 2024

El sentimiento a flor de piel entre la población que se enteró de la liberación de la ciudadana francesa, Florence Cassez, es muy obvio: indignación.

Algunos medios, como Milenio Televisión, se han encargado de presentar imágenes y testimonios dolorosos de las víctimas. Lamentable, ambas cosas. Que no exista justicia para ellos, y que el canal lucre con el sentir para contagiar, editorializar y comerciar con el dolor (y por cierto, tengo conocidos y amigos que trabajan ahí).

Televisoras, radiodifusoras y periódicos se encargaron de señalar a la francesa como culpable de secuestro, tesis apoyada por el montaje televisivo que armó el entonces Secretario de Seguridad, Genaro García Luna. Ahora la Suprema Corte decide soltarla porque hubo varias violaciones al proceso judicial en su contra.

Más allá del sentir… ¿A quién debemos linchar? (y lo digo metafóricamente, no promuevo la justicia por la propia mano).

Las expresiones xenofóbicas pululan en la red y en la boca de todos, y no sólo en este caso, recuerdo de bote pronto a Zhenli Ye Gon, a quien denostaban como “el chino”. La nacionalidad sale sobrando cuando se trata de violaciones a las garantías básicas.

Lo cierto es que preparar un show para televisarlo, en un tema tan delicado como es el secuestro, a todas luces es una chingadera. Si partimos de ahí, el juicio estaba viciado.

Recuerdo que Álvaro, un buen amigo abogado, me dijo una vez: “nosotros sólo interpretamos las leyes que hace el Congreso”. Palabas más, palabras menos, si las leyes están hechas con las patas, no es por los impartidores de justicia, sino por sus autores: diputados y senadores. ¿Entonces, la culpa es de ellos?

La Corte ha liberado también a presos indígenas que estaban encarcelados injustamente, además todos conocemos el caso del “presunto culpable” que tanto éxito tuvo en los cines. ¿Por qué ahí no exigimos que sigan presos, aún con las irregularidades?

Esto es sencillo, justicia real para quien sea en México, sin color de piel, posición económica o nacionalidad. Si es culpable, y la ley así lo marca, que pase el resto de su vida en la cárcel de ser necesario; pero si hubo violaciones en su proceso, de cualquier tipo, que también haya justicia.

México no puede tolerar más impunidad, más secuestros y más irregularidades. El país está extremadamente dañado y el sentir popular lo confirma. Andamos por la vida con sed que se confunde entre venganza y justicia.

Como ven, el caso de Florence Cassez va más allá del mero odio nacionalista. Pensemos pues, quién tiene la razón y dónde estamos fallando y comencemos la justicia por nosotros mismos, sin hacer juicios de valor antes de analizar completamente los hechos.

Si no están dejando de consumir productos franceses (¡qué patraña!), gritando “asesinos” en la embajada o mal mirando extranjeros, los espero en Twitter: @RodolfoZapata

 

Staff

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